jueves, 13 de marzo de 2025

La palabra creadora (con coda de silencio): La poética




Ahí va un texto, ya veterano, y retejido practicamente a partir de la misma urdimbre. Va sobre la palabra entendida desde su potencia creadora del mundo humano. Y es que el hombre constituye el mundo que le es propio poniendo nombres a las cosas. Haste el punto que el mundo en el cual habita queda enhebrado desde la esencia misma de la palabra. Más allá de la riqueza del lenguaje el silencio en tanto ese ocáano que deslumbra, ciega y enciende.


(1)

El lenguaje es nuestro límite, pero al tiempo la fibra que nos enhebra. Límite y fibra sirven nuestra forma, es decir, lo que nos delimita, diferencia y singulariza como humanos. Precisamente, el hecho de que la palabra nos constituya y modele permite afirmar que lo que no se nombra no existe, cerrándose así su emerger en la conciencia. Más allá del extendido culto a un experiencialismo de orden sentimental, que se contrapone a lo racional y a todo rigor, advirtamos cómo las palabras delimitan potencias de sentido y umbrales de la capacidad de conocer. Y no sólo; en la palabra acontece la propia instauración de la vida, de la vida de la que somos capaces, la medida del mundo que habitamos. La palabra será ahí cifra y símbolo de algo que la transciende pero, al tiempo, la exige. En la palabra viva vendrá a cobrar figura nuestra capacidad de experiencia anímica. Por esto mismo, la importancia de saber nombrar y dejar ser a las palabras de cara a la cualidad y forja de la propia capacidad de experiencia. Dejar ser a las palabras, acaso así se brinde una de nuestros registros más nucleaes. Consideremos que para lo propiamente humano todo empieza poniendo nombre y palabra al mundo.

De metáforas y recursos hermenéuticos dependerá la textura de vida que termine surgiendo. De la carencia de tales recursos, incluso, se podrá derivar la ignorancia sobre ciertos procesos vitales. Todo relato humano, sea éste mítico, poético o filosófico, no será sino la estela dejada por alguna singladura del alma. De ahí, su interés y su universalidad. La palabra, en tanto símbolo, encontrará así su esencia más allá de sí y en aquello que meramente indica. La mano que indica la luna como dice el famoso aforismo... Buen ejempolo de lo dicho será, a modo de ejemplo, la consideración de la palabra en el Zen, un orden sapiencial muy al tanto de los límites y complicaciones del lenguaje en sus excesos y, sincronicamente, muy preciso en el uso del lenguaje que constatamos en sus sutras.

 (2)

 Acogerse a palabras inadecuadas o ajenas será todo menos irrelevante de cara a transitar en este mundo humano que no pocas veces nos avasalla. De ahí el tremendo peaje del acogimiento a tópicos y convenciones socialmente vigentes que, inadvertidamente, estabulan nuestra capacidad de experiencia. Ernst Jünger nos recordará en La Emboscadura esta dimensión mediadora del lenguaje como fuente de vida. En sus propias palabras “El lenguaje forma parte de la propiedad del ser humano, de su modo propio de ser, de su patrimonio heredado, de su patria, de una patria que le toca en suerte sin que él tenga conocimiento de su plenitud y riqueza... Así como la luz hace visible el mundo y su figura, así el lenguaje lo hace comprensible en lo más íntimo, y no cabe prescindir de él, pues es la llave que abre las puertas de los tesoros del mundo. La ley y el dominio en los reinos visibles y aún en los invisibles comienzan con el poner nombre a las cosas.”

En un contexto social e histórico como el de esta era titanes -asi llama Júnger al paisaje técnico que descolla en el siglo XX-, caracterizada por la administración y el control de la vida, ponderar la memoria de las palabras y su magia creadora quizá sea algo intempestivo. Tradicionalmente las tradiciones humanísticas, que se remontan a la hermenéutica renacentista de nuestra propia tradición cultural, habrían sido la gran reserva sapiencial y el marco educador en los últimos siglos. De ahí que la crisis de las humanidades, promovida por la cultura dominante, esté a la base de la intensidad crepuscular de nuestro tiempo. Lejos parecemos estar de los muchos siglos en los que el encuentro con las disciplinas humanísticas era el auténtico espejo y motor de la vida anímica. Las humanidades como paideia[1]… Arte, poesía, filosofía, literatura, historia. Todos esos saberes inútiles desde el punto de vista del dominio técnico de la vida pero fértiles desde la perspectiva de desatar nuestra capacidad de vida.

Calibremos que si algo nos exije la existencia como tránsito será el compromiso firme con nuestra propia creatividad, con nuestra capacidad de visión y con la investigación de esos lenguajes humanos capaces de indicar y amparar determinados viáticos del alma. El encuentro con la palabra viva dependerá pues de algo que rebasará completamente lo meramente verbal, lo libresco, lo erudito y el puro significado mental de los conceptos. En esa fuente acontece una clave en la que la vida irrumpe como esa agua que manó de la piedra tras ser golpeada con la vara...

Esta intimidad con la palabra, capaz de revelar su naturaleza creadora, nos la muestran singularmente los poetas. Con seguridad, su singular modo de relación con la palabra, es el que con mayor nitidez nos revela cómo ésta, transparentando y cristalizando mundos, manifiesta esa potencia creadora. Y es que la poética, acaso como ningún otro uso del lenguaje, muestra ese umbral de intimidad con la palabra y su potencia. Una intimidad fértil que nos revela la esencia de la palabra como forja de lo humano. En realidad, esta potencia creadora de la palabra será esa esencia, generalmente impensada, de toda palabra y de todo uso del lenguaje; aunque, como vengo afirmando, en pocos ámbitos como en el de la palabra poética, quedará desvelada esa intimidad del lenguaje instaurando mundos...

Esta potencia creadora de la palabra nos dará cuenta de la esencia y, también, del Misterio que acoge el lenguaje. Un Misterio que irá de la mano de las posibilidades de vida en las muy diversas texturas que la vida ofrece. En esas texturas la vida se nos mostrará como un caleidoscopio de Misterio, la zoé de los antiguos griegos, la vida toda desplegando su colosal drama... A la base del mundo humano los diversos estados del alma entrelazándose, complejamente, con las diversas secciones de lo real -los estados del ser- que corresponden con tales estados. La llamada cadena -seira- del ser, que decian los neoplatóncos citando a Homero, la cadena aurea uniendo sus diversos eslabones en el tránsito del alma.

(3)

 Hugo Mujica, en la estela de Martin Heidegger, se refiere a esa palabra de vida como a la expresión de un “escuchar ontológico”, es decir, de un escuchar de las potencias del Ser y de la vida. Lo que nos introducirá al tránsito hacia el silencio como esfera propia de toda atención y de todo desvelamiento.

Desde esa capacidad de atención liberada, en palabras de Mújica[2], “el hombre volverá en ello a lo propio y desde lo propio todo será puesto inicialmente al descubierto... y -el hombre- será tocado por la esencia cercana de las cosas. El hombre mortal habitará, en definitiva, poéticamente, habitará desde la manifestación inicial, creacional, desde la poiesis. Y volverá a conjugar el juego del mundo, el juego de los mortales y los dioses, el cielo y la tierra, un día de fiesta…”. El hombre se volverá hacia lo propio nos dice Mújica, esto es, hacia la creatividad de su vida anímica, hacia el temple de su propio espíritu transitando esa cadena del ser a partir de su propia capacidad de atención… Ahí precisamente acontecerá la vida derramándose en el alma al encuentro del mundo. En la poiesis[3] la palabra encontrará su carne y la refinada potencia de vida que esconde. Si bien lo dicho interpela a todo uso del lenguaje será en la poesía donde quede desvelado, con más claridad, el mandato fundamental de la palabra. Un mandato potente que a partir de la visión de y la escucha realiza y aquilata posibilidades de vida.

Hasta lo dicho llegaría la tensión de la palabra llevada a esa esencia simbólica que se limita a indicar. Hasta la misma instauración de una vida renovada más allá de la palabra. La palabra como espejo y acicate que siempre se transciende a sí mismo, como insinuación que inspira y cataliza figuras de vida... Con la capacidad de ver y crear nos las vemos. Ante la palabra poética no estaremos ante asunto meramente estilístico, rítmico o melódico. Ahí palabra equivale a palabra propia, a palabra íntima, a palabra que se hace carne, a lo cualitativamente más íntimo. Y la palabra propia lo será por conjurar e indicar el desenvolverse de la vida propia, por resonar en nuestra alma en tanto un resolutivo cauce para el cuerpo vivo.

(4)

Un asunto completamente irrelevante será el de la autoría de la palabra. Ya he indicado que tampoco es cuestión de su brillo formal. Estamos ante un encuentro con el lenguaje capaz de remontarse hasta esa esencia creadora de la palabra que tan bien nos muestran los poetas en su canto. No se trata de ingenuamente imitar las tareas versificadoras de Safo o de algún poeta meritorio sino de encontrar la palabra propia. Tanto da si uno se dedica o no a escribir ya que poeta es quien hace y crea asimilando la palabra a partir desde su percibir y sentir íntimo. Me remito al significado de poiesis. Se trata más bien de abrirse a la vida en la palabra que la instaura, de acceder a esa esencia del lenguaje que indica viáticos al alma en la atención al lenguaje poético. Ahí la palabra se encarna, alumbra universos, transforma mundos, cristaliza visiones... Por eso, quien encuentra la propia palabra accede a una auténtica reserva del espíritu y de la creatividad humana. Tal será la relevancia de pensamiento, imaginación y narración a la hora de elaborar nuestra existencia. Hombre y relato serán uno y lo mismo. De ahí, la importancia del cultivo y la atención a esa capacidad de palabra que se plasma en todo relato, sea éste de orden imaginativo o puramente intelectual.

En lo referente a lo dicho el encuentro con las palabras de los demás no será desde luego un asunto menor. Advirtamos la enorme riqueza que depara el encuentro con la palabra de esos pioneros que se adentraron por las mismas aventuras del espíritu catando lo real. Su testimonio recapitula la cualidad de su experiencia y los referentes humanísticos convocados. El encuentro con estos referentes, abiertos con naturalidad a literatura, arte y filosofía, será existencialmente decisivo. No olvidemos que en las tradiciones humanísticas acontecen glosadas las posibilidades de la vida anímica. Ernst Jünger, muy certeramente, nos dirá sobre quien intenta sobrevivir en esta era de los titanes desatados: “no podría encontrar lo que es justo más que en el interior de sí. De las cosas que hay que defender nos enteraremos más bien leyendo a los poetas y los filósofos”. Hay que atender a la potencia de la palabra en las palabras de poetas y filósofos. El poeta conjura la vida. El filósofo encuentra su quicio en ese saber que indica la vida. Al modo del mythos, al modo del logos

(5)

El horizonte de la existencia es llevarnos al límite, a ese límite en el que la palabra humana se desdibuja y florece en la vida que irrumpe. La vida del hombre, su byos[4], encontrando su horizonte de plenitud en la zoé, en la vida-toda desvelándose en intensidad, verdad y belleza…

Hombre y palabra encontrarán su sentido siempre más allá de sí. En su propia finitud y capacidad de apertura. Paradójicamente pocas cosas abisman y violentan tanto al hombre que el acceso a su propia finitud. En la finitud el tempo del lenguaje encuentra un umbral de silencio que no deja de inquietar al alma atizando sus temblores más primarios. Más alla del temor y del temblor el silencio del alma quedando bien abierta a la vida y el silencio de una potencia generadora de vida que todo lo acoge... En realidad, nada hay sino un océano de silencio con olas que lo recorren surgiendo y retornando al silencio. Cualquier tradición sapiencial que se precia atenderá, básicamente, a ese silencio que alcanza más allá de nuestras retoricas internas tan enhebradas en las pasiones del alma. El hallazago de nuestra capacida de silencio verá renacer nuestra percepción y nuestra capacidad de conocer en esa atención pura que dijera San Juan de la Cruz. Y lo más tremendo, constatará al propio silencio habitando al fondo del alma. Cultivar el Gran Silencio atendiendo a esa palabra que nos dice...



[1] Paideia; podría traducirse por educación aunque su significación es más amplia. Mitologia, filosofía, poesía, teología, el teatro, los cultos y las liturgias debidas a los dioses, los rituales mistéricos… Todo ello enhebraba la paideia griega

[2] Hugo Mújica. Origen y Destino.

[3] La palabra poesía viene del griego poiesis pero reveladoramente el significado original de poiesis alude a creación, fabricación.

[4] Los antiguos griegos diferenciaban la zoé, la vida toda, la vida en general, de la byos o vida singular de cada organismo. 

lunes, 3 de marzo de 2025

Stanley Kubrick y la imaginación creadora

 


La imaginacion creadora y los diversos estratos del alma como correlato de los estados del ser. La obra de Stanley Kubrick como introducción a la imaginación creadora. El cine como gran referente contemporáneo de la creatividad inherente a todo mirar. Un preámbulo.





Comencemos con un excursusVarias son las películas de Kubrick que dan testimonio de su especial atención a la creatividad y a las potencias cognoscitivas del imaginario. Maticemos que atiendo a un sentido de la palabra imaginación distante del uso corriente que le adjudica la cultura dominante. Al aludir al imaginario, convocando su sentido tradicional -piénsese en la phantasia kataleptike de los estoicos o en el conocimiento a través de imágenes que plantea Aristóteles- aludo al modo de conocer y percibir inherente a una determinada imagen del mundo de la que no se puede prescindir. En tal medida la facultad imaginativa de la vida anímica, lejos de quedar confrontada con la racionalidad, será condición constituyente del percibir humano. De tal suerte que según imagines y veas, podríamos decir, así vives y conoces. O, acaso, según acojas el mundo éste te devolverá tu mirar en el conocer de un mundo que será todo menos ajeno. En resumen, percepción y pensamiento no serían sino el sello del carácter creador y creativo del conocer humano y de la reciprocidad existente entre lo exterior y lo interior… Ni que decir tiene que lo más común será que el operar y la trama de esa imago mundi, constitutiva tanto de la identidad como del mundo que se reconoce, sea completamente inconsciente. Nociones como la de episteme de Michel Foucault o la de paradigma de Thomas S. Kühn estarían muy en relación con todo lo dicho aunque, en realidad, a la base de todo lo afirmado estará la perspectiva griega del alma atendiendo a sus diversos estados; capaces o no de activar las potencias del entendimiento.


Lo postulado, se hace evidente, introduce una determinada dosis de evanescencia en toda forma percibida y todo contenido de conciencia al tiempo que añade complejidad a cualquier noción de realidad manejable. Consideremos cómo todo fenómeno no dejaría de ser un símbolo que vendría a expresar un determinado orden de vida y de vivencia al encuentro con un afuera. Tal afuera sería irreductible a toda pretensión de objetivización y cosificación pero, al tiempo, tampoco sería subsumible en el relativismo ni reducible al imaginario. En relación a lo dicho, no puedo dejar de recordar a Aristóteles y su referencia a cómo todo contenido de conciencia tiene algo de fantástico -phantasmata-; lo que, sin embargo, no clausuraría, según este filósofo, la posibilidad de conocimiento o acceso a lo real. De hecho, tan necio sería proponer la existencia de una realidad objetiva al margen de los procesos perceptivos como la liquidación de toda noción de realidad en la prevalencia de la disposición anímica o en un constructuvismo extremo. En definitiva, las veredas de la imaginación creadora siempre apuntarán, de manera muy específica, a las diversas posibilidades de la existencia humana y a las secciones de realidad posible que se expresan a su través. De ahí que el psicocosmos al que se refiriera Ernst Jünger no implique, en modo alguno, el colapso de todo límite, forma, figura, naturaleza o alteridad en lo puramente anímico e imaginativo. Hay algo ahí fuera. Volvamos a Kubrick tras este sintético excursus sobre la imaginación creadora y las facultades imaginativas del alma.

En varias de las películas de este director las posibilidades del imaginar y del percibir humano son el ámbito privilegiado de la reflexión visual propuesta. Por eso, no debe extrañarnos el hecho de que en dos de las mismas –“2001” y “Eyes wide shut”- la creatividad imaginativa y perceptiva humana encuentre una fuente de dinamización muy concreto. En otro de sus filmes, en concreto en “El resplandor”, Kubrick se adentrará también en la exploración de la creatividad, a veces maleva, de la psique humana. En esta última el aislamiento será el dinamizador del emerger de ciertas posibilidades inconscientes y de ciertos terrores.


Estas tres películas de Kubrick pueden apreciarse como un perfecto tratado que estudia las potencias, límites y extravíos de la llamada imaginación creadora a través de disposiciones y pulsiones tan propias de lo humano como el miedo, la sexualidad o la capacidad de sentido y transcendencia. En dos de las mismas las alusiones veladas o directas a las sustancias psicoactivas o a la cultura generada a su encuentro son una referencia de relieve. No deja de ser revelador que Kubrick apele en estas tres películas a la relevancia de determinados aconteceres extraordinarios que dinamizan y hacen emerger toda esa capacidad creadora del psiquismo. Una capacidad que, no hay que olvidarlo, se traduce para Kubrick en el acceso a texturas de realidad, vida y experiencia completamente diferentes. Desde la locura fatal servida por el aislamiento inundandolo todo del “El resplandor” a la experiencia visionaria, de resonancias de viaje con LSD, de “2001” indicando una cifra de metanoia y expansión de conciencia. Paralelamente, en “Eyes wide shutKubrick, nos ofrecerá un pasaje bizarro sutilmente alterado por la marihuana jugando malas pasadas al psiquismo. El alma y su creatividad no poca veces maleva. En realidad, no cabría hablar de un mundo o de una experiencia del mismo al margen del propio psiquismo humano y de su creatividad...

Lo dicho liquida uno de los mayores ensueños del mundo moderno: La pretensión de objetividad arrojando al cajón oscuro de la subjetividad todo aquello de lo que se desentiende de su propia perspectiva y de su mirar, imaginario incluido.

Kubrick se interesará, especialmente, por esos momentos en que la cotidianidad perceptiva y anímica se ve violentada en el aparecer de posibilidades latentes de vida y conciencia que son detonadas por ese acontecimiento extraordinario. De ahí, la alusión a la marihuana en “Eyes Wide Shut” como gran detonante no ya de una crisis matrimonial sino de una excursión en toda regla por las alcobas de la sexualidad, de la identidad y de las sincronicidades que desgrana la copertenencia existente entre mundo exterior y fuero interno. O también su recurso en “2001” al formato de experiencia visionaria y a la irrupción del Misterio para mostrar el sentido transcendente de la vida y la finalidad del hombre. Acaso a las películas mencionadas habría que añadir “La naranja mecánica” en tanto reflexión sobre esa ultraviolencia, más allá de toda violencia, que impone el control de las facultades imaginativas del hombre con la finalidad de darle el formato deseado. Como se hará evidente no me refiero a la violencia desplegada por deugos y admiradores de Ludwig Van sino más bien a las posibilidades abiertas desde una sociedad de control que se nos presenta como benéfica... A todas estas películas y a todos estos temas dedicaré sendas entradas en el blog. De momento y preliminarmente baste con apuntar el sinfónico tratado de las posibilidades de la vida anímica que, en estas películas, nos presenta Kubrick atendiendo a esos aspectos centrales de la misma como son el sexo, el miedo, el control y la transcendencia. El viejo tema del héroe y el problema de la identidad violentada surgirá en la mirada de este director.

viernes, 3 de enero de 2025

Intempestiva platónica


El apodo del ateniense Aristocles era Platón, que significa el de anchas espaldas. Así le llamaba su maestro de lucha y gimnasia por su fortaleza física en el combate cuerpo a cuerpo. En sus diálogos, tras el prolegómeno presocrático, estalla la tradición filosófica y su peculiar uso del lenguaje. Ahi va un breve texto muy introductorio al legado platónico que, sobre todo, atiende a parámetros generales por esbozar una aproximación que enuncia el marco que lo situa en el contexto del pensamiento occidental.






(1)

Ibn Arabi consideraba a Platón un enviado, esto es, un reformador en el contexto de una tradición dada; en su caso la griega. El ateniense bebía, sobre todo, de su maestro Sócrates, de la tradición pitagórica, de la tradición sapiencial presocrática, de la tradición mistérica… Una buena parte de la metafísica y la filosofía griega, a partir de un proceso de glosa, re-elaboración y variación, encontrará su quicio y engarce en el corpus platónico -aristotelismo, platonismo medio, neoplatonismo-. De hecho el gran Aristóteles, en las distancias que irá cobrando respecto de su Maestro no deja, al tiempo, de transmitir buena parte de su legado. Y no solo, también la metafísica medieval -tanto la islámica como la cristiana- encontrarán en la tradición platónica una referencia decisiva.

A partir del siglo II la influencia del legado platónico en entornos cristianos se declinará a través de reconocerle un carácter prefigurador del cristianismo. Justino, Clemente, Orígenes, Gregorio de Nisa o Agustin de Hipona serán buen ejemplo de la intensa influencia del platonismo en el cristianismo. Tanto será así que la filosofía platónica se convertirá, convenientemente cristianizada, en la urdimbre de la metafísica de los padres de la Iglesia y en la alternativa al gnosticismo del los siglo II y III. Algo así fue facilitado no solo por el perfil cultural de los primeros cristianos -básicamente judíos helenizados o gentiles de lengua griega(1)– sino por el hecho de que el griego clásico koyné era la lengua evangélica original y la lengua en que los cristianos leían la Biblia -el Antiguo Testamento lo leían en la versión griega de la septuaginta-Pensar metafísicamente en lengua griega introducía a los referentes platónicos y griegos. Ejemplo de lo dicho será el judio-helenista Filón de Alejandría que, desde el judaísmo, prefigura toda la metafísica de los padres de la iglesia y la consideración del logos como hipóstasis de lo Uno.

En la Edad Media y la escolástica el platonismo tuvo una poderosa influencia en multitud de autores -Escoto Eriugena en la época del renacimiento carolingio será buen ejemplo de lo dicho- a través de  de diversas mediaciones de autoridad, especialmente la del ya mencionado Agustín de Hipona. Otra de esas grandes referencias de mediación será la de Dionisio Areopagita. El gran reconocimiento que tuvo el corpus dionisiacum lo convirtió en el marco fundamental de la mística especulativa. Su gran influencia en la esfera de la teología mística no ha declinado a pesar de las dudas sobre la autoría de sus obras atribuidas, en principio, al personaje neotestamentario de Dionisio Aeropagita.  Al parecer su autor sería, más bien, un monje del siglo V el cual de esto modo se atribuía un nombre simbólico -el monje Dionisio- algo muy común en toda la historia del cristianismo; San Juan de la Cruz, por ejemplo, no se llamaba Juan. Así se vindicará una determinada auctoritas espiritual que se asume y acepta. En el caso que nos ocupa la figura de autoridad que se asume será la del griego convertido en el discurso de San Pablo al Aeropago ateniense; toda una declaración de principios. Por su parte la filosofía renacentista también acogerá la poderosa influencia del ateniense especialmente en el platonismo florentino. En Florencia Marsilio Ficino pretendió, ni más ni menos, la refundación de la Escuela de Atenas... 

Considerando todo lo dicho y advirtiendo cómo las fracturas respecto del legado de la escuela de Atenas, en buena medida, son distancias críticas que se adoptan respecto del propio Platón se entenderá su condición de gran autor de referencia. De ahí la llamativa afirmación de Whitehead de que el pensamiento occidental entero son notas a pie de página de los diálogos platónicos. Notas en las cuales se le matiza, se le contraria, se le glosa o se introducen variaciones. En realidad, la influencia directa del ateniense -o de los diversos platonismos- es tan colosal en toda la historia de la la filosofía occidental que bien puede considerarse al platonismo como su paisaje. En conclusión, la posición que se adopte respecto de Platón va más allá del mero juicio que se ejerce sobre un autor. Ubica en el mapa de la tradición sapiencial occidental y coloca en la esfera de la filosofía y la metafísica.

(2)

Al hilo de lo dicho acaso el mayor velo que lastre el legado platónico sean sus lecturas modernas e ilustradas; dualistas por lo que respecta a la estructura cosmológica -separación radical entre mundo sensible y suprasensible o entre cuerpo y alma, quedando maldecida el alma desde el cuerpo- y racionalistas o logicistas en relación a la cuestión de las llamadas ideas platónicas o eide. En virtud de tal logicismo las ideas inteligibles o eide serian consideradas como meras abstracciones lógicas.

La reducción del campo de significación de los eide, que cuajará en el llamado pleito de los universales a lo largo de toda la Edad Media, oscilará desde lo postulado por Agustín de Hipona, que los considerará como los pensamientos de Dios, a Francisco Suarez para el que seran meras entidades de la razón humana, ens rationem. En tal sentido Suárez, que cierra tal debate y más allá de su condición de neoescolástico, podría ser el primer gran filósofo moderno por su modo de entender la ratio.

Desde el mismo núcleo de la tradición platónica, y dejando de lado todo logicismo en relación a la cuestión de los eide y su intelección, nos dirá Plotino. “Y en esa percepción del inteligible así reflejado (como en un espejo) y en su persistencia consiste la memoria… Por que una cosa es la intelección y otra la percepción de la intelección. La intelección siempre la tenemos pero no siempre la percibimos, y esto se debe a que la facultad que la recibe no recibe solo intelecciones sino también sensaciones (Plotino. Eneadas. IV 3. 30. 10). Plotino, también en las Eneadas, considerará a las sensaciones intelecciones borrosas y a las intelecciones sensaciones claras... Tan cercanas las unas de las otras que serían uno y lo mismo aunque no idénticas. Acogidas ambas a la misma facultad sensitiva/intelectiva de tal forma que la percepción intelectiva sea una percepción sensitiva cualitativamente sublimada, aquilatada y refinada. Lo bello llamando la puerta de lo verdadero, la verdad encontrando residencia en la belleza...

En lo referente a la cuestión del cuerpo y al dualismo cuerpo/alma suele olvidarse que el juego de palabras de Platón en la famosa cita en la que compara soma -cuerpo- y sema es más complejo de lo que suele suponerse al ser el significado fundamental de sema signo o señal -semiótica o semiología vendrán de sema-  de tal forma que su significación como tumba aludirá a la señalización de las mismas en el paisaje. El cuerpo como signo y manifestación del alma; y como su tumba, acaso, si no realiza su elevación hacia lo intelectivo.... Con todo, el desdibujamiento del sentido y los cambios habidos en la significación de determinados términos será lo más decisivo en ese modo moderno de entender a Platón; razón(logos), mito (mythos), intelecto (nous)…

Sobre la crítica a las lecturas ilustradas de Platon quizá la mejor referencia sea la de Giovanni Reale o la de Gadamer y, en general, la de la Escuela de Tubinga-Milan. Esta hará valer una lectura del ateniense que enmienda completamente la plana al supuesto dualismo platónico atendiendo no solo a la transcendencia de los eide sino también a su inmanencia y presencia (2).

En definitiva, y como podemos advertir hablar o debatir sobre Platon no será tanto hacerlo sobre un autor sino sobre el engarce fundamental de la tradición filosófica occidental en lo que serían sus diversas declinaciones, deslizamientos y varianzas. De ahí que muchas veces ciertos debates, aún sin nombrarle o hasta criticándole, tengan su urdimbre en la misma base. Tanto será así que el debate sobre Platón y sobre su legado nos revelarán el estado y los ritmos de la propia tradición occidental en su propio proceso.

----------------------------------------------------------------------------------

(1) El griego koyne -una variedad de griego clásico- fue la lengua de intercambio y encuentro cultural en el Mediterráneo oriental durante varios siglos; en la época del helenismo (tras las conquistas de Alejandro Magno) y en la romana.
(2) Giovanni Reale. "Por una nueva interpretación de Platón"

martes, 26 de noviembre de 2024

Breve pasaje dionisiaco


Tras los trabajos de Kerenyi o Walter Otto bastante vamos sabiendo sobre el dios Dionisos en tanto dios mediador entre el hombre y lo divino y, por tanto, dios salvífico para los hombres. De doble naturaleza -dios pero también humano-, hijo de Zeus y de la humana Sémele, que muere y resucita... Ahi va una brevísima nota sobre un texto de "Las bacantes" de Eurípides. En la foto el relieve de una ménade danzando en honor de Dionisos







(1) 

Nos dice Eurípides en las Bacantes en boca del sabio Tiresias...

"¿Escuchaste su blasfemia? Penteo se atreve -¿escuchaste?- a injuriar al dios de la alegría. Al hijo de Semele, quien al comenzar la fiesta coronada de alegría es elegido como líder entre todos los dioses ; pues sus dones son la alegría y la unión del alma en la danza.
Cadmo, el nombre Penteo significa dolor. Concédate Dios que él no traiga algún duelo a tu casa. No tomes esto como una profecía ; He juzgado sus actos. Palabras tan necias sólo revelan a un necio"

(2)

Dionisos, dios de la alegria, de la sobreabundancia del alma y de la physis, de la naturaleza indestructible que nos dijera Walter Otto, de la zoe(1), de la vida toda, de su fertilidad en formas y de su recurrente productividad, de la naturaleza contemplada desde la humana medida, del alma ordenada en la danza sagrada. El alma aquilatada, el alma que llega a ser divisando su propia figura de plenitud: Gignomai

Dionisos, ¿cómo eran tus misterios?. Sabemos que el ritual derramaba en su pasaje las bendiciones de lo extático y el acercamiento a lo divino. Sabemos que las mujeres tenían ahí su preferencia y privilegio. Sabemos que se danzaba y se recitaba ese kirie eleison que aun nos resuena. Sabemos de la salvación por la salud promovida desde el ritual. Sabemos de la existencia de un discreto hyerogamos, esto es, un matrimonio con el amante celeste, una unión íntima, espiritual y corporal, entre el dios -representado por un efebo- y las más aventajadas cófrades del culto mistérico; algo acaso solo entendible desde una práctica ritual de sexualidad sagrada. Así, en todo ello, quedaba abierto un sofisticado método ritual de trabajo sobre el alma, de conjura, de enthusiasmos, de mania en el sentido plátonico del término... ¿De modificacion o alteración de conciencia?, que se diría ahora tan precariamente...

Nos faltan las palabras y, en lo referente a Dionisos, se quedaron con eso del vino desbocado de los festivales más populares. Las palabras hurtadas: Manía y entusiasmo, en su sentido más sagrado. La mania que nos dijera Platón; la conmoción, el estremecimiento y la sacudida del alma en la bendición y el empujón de lo divino. Las mayores venturas nos vendrán de la mania si ésta queda bendecida por los dioses nos dirá el ateniense. Platón nos hablará de la mania poética, de la mania amorosa, de la mania mistérica... El significado actual de manía nos da pocas pistas sobre lo sagrado; más bien lo desplaza al sumergirlo en lo patológico. El de entusiasmo se limita a calificar emociones y tampoco lo convoca con finura. Ambos términos se han alejado en su su significacion de la esfera inciática de la apertura a lo sagrado. No convocan lo mismo que en su día convocaron. Con todo, la potencia de la palabra y de sus resonancias ahí queda tendida en el lenguaje.

(3)

Rechazar al dios es rechazar la alegría y la vida festejándose. De ahí la gran blasfemia que supone. Una blasfemia que combate contra lo humano liberándose. En "Las bacantes" Eurípides nos lo recuerda taxativamente en el trágico destino de Penteo oponiéndose al culto dionisiaco y a la celebración de sus misterios. Penteo es el dolor nos dirá... Ni acabar con el culto, ni restringir a las mujeres su asistencia es planteable. Bien sabido es que la celebración de los misterios dionisiacos escandalizaron a la sociedad romana. También escandalizó a la Grecia bienpensante el emerger de este dios, tan humano, pero de rango análogo al de los olímpicos. Un dios que gustaba del retiro en la penumbra de los bosques y no tanto del culto en la polis. Dioniosos muere, Dionisos resucita: hombre y Dios... Dionisos eleuterio, Dionisos libertador. Las mujeres y algunos hombres emboscándose en la noche.

(4)

Semele, madre de dios, madre de Dionisos. De entrada, y como mortal que era, murió tras contemplar el brindarse de Zeus en su plenitud celeste. ¿Acaso no son mortales los arcanos mayores?, nos recordara Ernst Jünger en Heliopolis(2)... El fuego divino la transformó en fuego brillante y ahí perdemos el rastro de Semele asimilada al rayo de Zeus, el fulgente; del mismo modo que una gota de agua, o una ola, desaparece en el mar al que se lanza... Su hijo Dionisos tambien encontrará el eros en una humana, Ariadna, a la cual desposará en el festejo de la vida y sus formas siguendo a ambos en gran cortejo desatado. Las bodas plenas del hombre y lo divino como nunca antes se habían visto. El alma preñada del dios en la figura de Ariadna. Lo humano imponiéndose al Minotauro...

Recordemos que la verdadera victoria frente al Minotauro la alcanza Ariadna, y que Teseo sigue la pauta que se le marca. Así la figura griega de lo heroico encuentra su apogeo en la atención a Ariadna entregada al dios, en lo humano bien atento al cortejo de Dionisos que acoge la vida toda, amor fatum, atención enamorada a lo que se brinda y es... El alma, Teseo, Ariadna, el Minotauro... La danza de Dionisos, de la mano de Ariadna, sanando y ordenando las almas en una alegria entusiasmada. Teseo, no debería perder la gran senda de Ariadna, ni olvidar la intimidad con el dios... El mythos y las palabas que nos dicen.

(1) El griego clásico distingue entre la byos, la vida de cada organismo, y la zoe la vida toda, la vida en un sentido general.
(2) Cfr, "Heliopolis". Jünger nos lo dice en relación al experimentador Antonio Peri.
----------------------------------------------------

BIBLIOGRAFIA

Karl Kerenyi. Dionisios, raiz de la vida indestructible.
Karl Kerenyi. Los dioses de los griegos.
Karl kerenyi. La religión antigua.
Walter Otto. Dioniso, mito y culto.
Walter Otto. Teofania, el espíritu de la antigua religión griega

viernes, 15 de noviembre de 2024

Calas diversas en Anarcolepsis: Pensando, jugando, rugiendo con Simón Royo

 

Ahí va una secuencia de reflexiones a partir de la lectura del libro de Simón Royo Anarkía/ Anarcolepsis, editado por Manuscritos. Un libro planteado como una experimentación con el lenguaje filosófico, dejándo ser simplemente palabra, a la búsqueda de la palabra viva. Lejos estamos pues de la esfera de lenguaje filosófico-académico y de la técnica que incorpora aislándolo incluso de un lector culto. Ensayo filosófico pero tambien proclama que transmite el deslizamiento de Simón Royo hacia el libertarismo y su propuesta revolucionaria.







"Estamos en la nave de los locos"(Simón Royo)


(1) [1]

Anarkía/Anarcolepsis es un libro que ante todo es un acontecer, un experimentar con el lenguaje indagando en nuevos modos expresivos para el pensar. Una apuesta, en palabras de Simón Royo, orientada desde “otro modo de ser/ de existir/ de vivir” habitando la palabra filosófica.  Pensar desde lo “indeterminado”, desde lo libérrimo, desde lo “incondicionado”, desde lo siempre presente”, desde lo “salvaje”.[2] ¿Acaso no es esto urgente?. ¿Exige la filosofía una palabra nueva dicha en las antípodas de los productos académicos curriculares que nadie lee?; ni siquiera los miembros de la Academia. Ante Anarcolepsis estamos ante un grito de rebeldía frente al lenguaje filosófico académico y su nula recepción social, un grito juguetón poco asimilable por el académico profesional que se aferra a los criterios de especialización que le auparon y aseguraron la soldada. Anarcolepsis es, por tanto, una provocación. Simón Royo, por lo demás, es doctor en filosofía y tiene una muy sólida formación académica. Advirtamos los parentescos que conjura “Cierto animismo/ panteísmo/ vitalismo/ materialismo (Lucrecio)/ Lo místico (Wittgenstein), lo sin por qué y sin para qué (Eckhart)/, inmanente,/ contingente,/ siempre presente”; y, además, lo libertario.

Filosofía académica, académico profesional… Cierto es que la del presente es una filosofía moribunda a la que nadie atiende y nadie lee. ¿Cabe repensar la filosofía como lo impensado y lo excluido de la escena social que nos habita?. Este, acaso, sea un primer compás. La filosofía como el residuo formalizado que la modernidad encierra en la Institución Académica -no vaya a ser que moleste- y en la tecnificación de los filosofemas. En la trepidación de la máquina el arte de vivir parece no encontrar hueco ni congregar interés. No olvidemos que al hablar de filosofía de la vida hablamos… ¿Es acaso posible vindicar la vida buena y el saber vivir confrontándose al orden de cosas vigente?. ¿No vivimos, acaso, en una sociedad que interviene y programa la vida misma?. Simón Royo entenderá que la lucha por la vida buena y por su marco, el de la comuna y lo comunitario, será el eje central del presente ensayo “ya no/ hay/ lucha de razas,/ ya no/ lucha de clases.. sino/ lucha por la vida buena”. A continuación conjura a Epicuro del que nos dirá poco más adelante: “Epicuro, el que en todo acertó”

¿Pasa la solución por encontrar un nombrar renovado?. Simón Royo apuntará a la palabra dicha desde un método anárquico, sin un ancla predeterminada sólidamente fijada, como vereda de renovación para el pensar, como vía abierta desde la que derribar el colosal ídolo que han diseñado los pensares de los últimos siglos; “sabiduría/ anárquica/ sin principios/ que sabe zozobrar”, que instaura debate y reflexión compartida. ¿el pensar arquitéctónico y sin fisuras, la voluntad de sistema, ilegible para la mayoría, como gran ídolo de la razón suplantando la vida?… Advirtamos que ante los tratados sistemáticos estamos en las antípodas del diálogo platónico y que, acaso, el primer tratado de la historia de la filosofía, la Metafísica de Aristóteles, eran, básicamente, apuntes de clase dirigidos a los miembros del círculo interno de la Academia. Por cierto, el estagirita, de cara al público, también escribía diálogos.

(2)

Anarcolepsis: el pharmakon de la anarquía para el pensar; la libre espontaneidad de la palabra maridando en un caos celeste prosa y poesía a la búsqueda de un “arte originario/ anónimo/ que aniquila/ mata/ lo mundano”. Un arte del origen antes que el poder fuera. ¿Cabe rastrear esa palabra originaria configurando destinos por venir?. Consideremos frente al orden jerarquizado de la filosofía como sistema la anarkía de la palabra que a la hermenéutica queda abierta.. ¿La receta?. Abandonar esa comprensión cerrada que agarrota el pensamiento; quedar abierto a lo más decisivo del pensar que no será sino la vida indicada y su potencia. La anarcolepsis dejando atrás la catalepsis de la comprensión orientada y correcta; corrección política al cabo. Atisbar una nueva planta para el pensamiento y confrontarse con un pensar tecnificante saturado de administración de la vida. Efectivamente, el sueño de la razón produce monstruos. Acaso la razón moderna, avasallando el logos, convirtió a lo humano demasiado humando en rector et pontifex.

La receta será pues la anarcolepsis: Pensar y escribir desde un horizonte que desvela un campo de posibilidades diversas que, más allá de la intención del autor, exigen de la activa participación del lector. Festejar que todo texto, en tanto palabra, transciende la voluntad ideocrática del que lo escribe. Escribir violentando, mas no negando, el concepto y acercar la filosofía a esa palabra poética que lejos de cerrar argumentarios abre a sentires y sendas de vida y pensamiento. Tales resonancias nos suscitará Anarkía/Anarcolepsis para, finalmente, invitarnos a imaginar el anarcántropo, ese “aristócrata intelectual” que “respecto/ a /la inteligencia/ solamente admite/ el máximo e igual/ para todos”. El lector reimaginando y liberando la palabra. El anarcántropo “no busca lectores, busca secuaces” nos dirá Hugo Savino en el prólogo.  Devolver su primacía a la palabra en el acontecer que promueve. “Acontecimiento/ es/ tránsito…/a/ otro/ modo de ser… revolución”. Metanoia. Imaginemos un nuevo decir filosófico dando primacía a la palabra que late a muy diversos registros en los diversos lectores. ¿Transformar el texto en comunidad desde el primado de la palabra más allá de la autoría?. En comunidad y a la medida del cuerpo vivo; “pensar así/ por instinto/ si recuperamos/la intuición intelectual/ el nous/ la no medida/ de inteligencia/ alcanzamos maestría”. Lo noético, a la medida del cuerpo vivo y de su capacidad para el acontecimiento y para la realidad que se desvela en la presencia…

(3)

Con Anarkía-Anarcolepsis Simón Royo, muy coherentemente, se ha deslizado hacia el libertarismo, entiendo, a partir de una perspectiva de crítica política deudora de la idea deleuziana de administración de la vida, o de la foucaultiana de biopoder -retomada por Agamben- y que enlaza con la delimitación heideggeriana del tiempo presente como el del imperio de la mentalidad técnica en tanto gran telón de fondo de la modernidad. Con acierto, nos dirá Simón Royo que de la “Naturaleza/ de ella/ brota todo/ brota también la técnica/ y la cultura”. Solo así la técnica, brotando de la intimidad de lo humano, se nos puede hacer íntima hasta el punto de haber llegado a troquelarlo todo en el tiempo moderno.

Desde esta perspectiva los últimos siglos quedarían delimitados desde una capacidad creciente de gestión de la vida que la convertiría en el objeto de planificación de unos poderes humanos que pretenderán alcanzar una serie de rendimientos. Consideremos las enormes concentraciones de poder que cuajan en la modernidad técnica… Como se hace evidente -nos recuerda Jünger- en un paisaje así la persona singular, las personas concretas y sus conciencias, se transformarán en objeto preferente de intervención, configuración y cosificación.  De este modo, el gentío pasará a ser poco más que una colección de piezas a las que dar la forma prevista para que sean operativas en el engranaje social. El hombre como pieza de diseño, la sociedad como gran maquinaria…

Confrontemos lo dicho con esa divisa de afirmación de la vida, postulada por Nietzsche, y advirtamos el potencial de su crítica al tiempo presente. ¿La vida?. “No olvides/ todas las fosas/ son/ comunes/ Ya no/ hay lucha/ de razas/ ya no/ lucha de clases/ ya no/ por la vida/ mera supervivencia sino/ lucha/ por la vida buena/ ocio/ renta y formación/ placer y alegría/ escuela y jardín”. La referencia a Epicuro se le colará a Simón en el texto como gran intérprete filosófico de la necesaria afirmación de la vida. Nietzsche, Epicuro

(4)

Recapitulemos y advirtamos cómo, en tal orden de cosas, el gran sello de servidumbre será la vida formateada desde el poder, esto es, nuestra vida no vivida a partir de la ordenación del tiempo que nos impone el vigente orden de cosas. La clave de la explotación ejercida sería, por tanto, esa enajenación de la propia vida y del propio tiempo mandatado por el poder; “nos arrebatan/ el presente/ sumidos/ quedamos/ en futuro incierto/ en pasado cierto ignorantes/ pues sabiduría/ es /amor a la presencia/no vemos lo que se nos presenta/ el acontecer/ y se nos nubla/ el actuar”. La sociedad moderna como la gran caverna de los ciegos. Esa ceguera que nos decía Saramago…

La plena escena social se asienta pues en esa sociedad de individuos ciegos y atomizados que ceden el espacio público a la virtualidad del mercado y de los circuitos de imágenes. Partículas elementales que rendirán culto y adoraran la gran orgía crepuscular; esa fiesta sombría del “consumo/ de trabajadores/ agotados/ del pueblo pobre/que baila/ fiesta del consumo/ del capitalismo”. La gran tarea: inventar más allá de sus cenizas fiestas que promueven comunidad y alegría. “La alegría/como mayor/ potencia/ de conocer/de ser/ de actuar/de existir”…

Como vemos la palabra rechazada e impensada aguarda en el crepúsculo de los ídolos al que Anarcolepsis anima. “Ya pasó la fiesta del asno/ el obispo bufón/ nos bendijo// a todos//Hemos degradado la moneda/ hasta hacerla/ desaparecer/ mostrando así/ su falsedad// Ahora/ estamos listos/ para la/reconstrucción/ de la/ comuna”. Los vínculos de los cuerpos vivos encontrándose desde la palabra impensada. La comunidad el gran desafío a reimaginar, el hogar que nos fue hurtado por el pujante proceso de administración de la vida. La comuna, asamblea tribal, koyné por venir, hermandad a imaginar, el cuerpo a cuerpo desplazando al mercado más allá de la escena... La anarquía: la emergencia de un tejido vital espontáneo que se organiza. La cuestión es, ¿qué catalizador ordena la vida desde la vida misma?. ¿qué palabra funda lo que perdura?, que diría Hölderlin. ¿Dónde abunda la palabra originaria señalándonos?. Simón Royo nos recordará la capacidad de los poetas, desde su propio exilio interior, de alumbrar palabras que destruyen el in-mundo que padecemos creando “otro espacio/ común compartido”

(5)

El recorrido al que nos invita el Simón Royo va más allá. La del tiempo hurtado remite a la cuestión del capital en tanto modo de producción y, también, de consumo. Con acierto, el autor de Anarcolepesis encontrará la figura explicativa de la administración de la vida en las dinámicas de producción y consumo.  “El costo/ de una /mercancía/ es la/ cantidad de vida/ que hay/ que dar a cambio de ella… luego/ el que/ más tiene/ menos vive… explotación/ del hombre/ por el/ hombre/ salir fuera/ de si/ enajenación/ vampirismo”. El tiempo que cedemos al sistema es, básicamente, el tiempo que el sistema nos hurta para educarnos en su propio beneficio para ser una pieza más -la que nos toque- del engranaje social…Tal será el gran cenagal de las vidas inéditas como cimiento de un modo de producción que nos vive; y así los cuerpos vivos se verán suplantados por una virtualidad que nos mide e imagina. Efectivamente, el vínculo entre el orden técnico, la modernidad, el capitalismo desatado y el orden de lo virtual será muy estrecho. A la base de lo dicho la revolución burguesa implementando esa movilización total para la producción que caracteriza el tiempo presente; el del “capitalismo/ como cáncer/ del mundo/ y/ de la/ tierra (Hanna Arendt)… en el que todo deviene mercancía” e imagen de consumo.

¿Sería posible liberar el tiempo más allá de las exigencias del mercado?. ¿Cómo hacerlo?. Ante lo dicho y en palabras de Simón Royo: “ demorarse/, morar despacio/, frenar el impulso vertiginoso que nos lleva a la muerte/… Epocalidad/ de la/ modernidad/ es/ tiempo acelerado. Antídoto/ leer/ leer despacio/, escribir/ más lentamente/ aun/… cualquier meditación/ atención/ demora/, regusto… No abogamos por la lentitud/ que es/ envejecimiento/ sino/ por salirse/ fuera /del tiempo/ desasimiento/ dejar ser/ ritmo/ y/ armonía/ en concordancia/ con/ la sinfonía/ del cosmos/ palpitación de la naturaleza/ canto polisónico”, La verdad siempre será la physis y la vida que nos dice, más allá de nos. “Verdad/ entonces/ ya no como/ principio/ rector/ sino como espacio”, “como acontecimiento que no se impone”, como “energeia/ parto/ natalidad”. La sabiduría como amor fecundo a “la presencia”, a la alteridad y la corporalidad que nos espera más allá de los circuitos de imágenes que enhebran el mercado … Algo nos espera más allá del recodo y del in-mundo que nos habita en su propia trepidación. Quizá ese “orden/ de lo / intempestivo” del que nos habla Hugo Savino en la introducción del libro, quizá ese “retomar/ el tiempo/de las cosas/ralentizar la aceleración”. Con seguridad una metanoia. “cambio en la intelección/ atención/ perspectiva/ nueva mente/ otra mentalidad/ heterotopía anárquica”.

(6)

Las resonancias que me suscita Anarcolepsis no son pocas. Entiendo que lo postulado respecto del proceso histórico, además de abocarnos a abordar la cuestión del nihilismo, -el nihilismo en tanto suplantación de la vida- como el tema de nuestro tiempo también incorpora un juicio acentuadamente escéptico o, incluso crítico, de esa modernidad ilustrada encastillada en la autocontemplación complaciente. ¿Cómo recuperar la capacidad de palabra tras la tabula rasa ilustrada?. En tal encrucijada Simón Royo, mojándose políticamente, dará un paso desde la crítica filosófica y metapolítica a la política operativa. Vindicará la tradición libertaria como respuesta a la intensa crisis de la razón política crítica de la segunda mitad del siglo XX. Para entender el paso dado por Royo algo debe quedar claro. A saber, su conciencia revolucionaria y su convicción de que solo cabe una revolución en toda regla como única vía de salida posible al actual orden de cosas. ¿Qué orden de cosas?. Insisto; el de la administración de la vida que ordena un orden social totalitario por mucho que venga a legitimarse desde apariencias democráticas. ¿Qué orden totalitario?. El del ordenamiento creciente de la vida como finalidad en sí. Apelo al sentido que daba Popper al término totalitario, es decir, al de una sociedad en la que la vida social entera viene a estructurarse desde una referencia que todo lo ordena. En tal sentido es indispensable recordar que este orden totalitario pudiera no necesitar de autoritarismo alguno e, incluso, disponer a su favor de la programación del deseo que administran los circuitos de imágenes que enhebran la sociedad de consumo… ¿Es el mercado esa matriz imaginaria que programa los deseos dando al siervo una falaz sensación de libertad?. Libertad de elegir que decía Milton Friedman aunque claro desde las condiciones que al esclavo le imponen…

Desde la tradición filosófica se lleva siglos aclarando que la libertad, muy lejos de identificarse con el deseo en expansión, se remite a la capacidad de conocer y de ser en tanto marcos de refinamiento de ese deseo. ¿Cómo replantear la cuestión de la libertad?. Con acierto se nos dirá en Anarcolepsis: “Libertad es dominar las pasiones/ libertad es liberar las pasiones/atentos a la paradoja”. Paradoja de las paradojas. Anhelo libertario donde los haya por proclamar la soberanía de la persona. La única vía abierta reside en el alma misma del hombre, en la intimidad de su vida anímica y no en autoridad externa alguna.

(7)

Del libertarismo decir que siempre me estremeció su pureza al entender al poder que se constituye en el tiempo de la modernidad como el gran enemigo a batir. El poder moderno como enemigo objetivo de la vida; y, por tanto, la única vía posible la de resistir a ese poder que se proyecta con enorme violencia sobre la vida. Tal será la génesis impoluta de la violencia revolucionaria anarquista; una respuesta instintiva, desde la piel de la vida misma, a esa programática moderna de control -bien lo sabía y lo decía Buenaventura Durruti apelando al dolor del pueblo violentado-. Por tal razón el libertarismo nunca se prestó a ceder su vientre al estado a cambio de participar del poder -tal y como hace la izquierda/progresía realmente existente-. Frente al poder constituido en Estado solo cabrá su demolición en tanto agente de administración de la vida. No se trataría, por tanto, de cambiar la sociedad atendiendo a ciertas reformas ni  de hacer el sistema más dulce sino de derrumbar las bases del poder mismo vigente en la modernidad. Me viene a la cabeza el gran Agustín García Calvo, genio y figura, animando a la destrucción de la realidad que se nos vende…  ¿Cabe esperar de la potencia creativa de la vida y del propio caos del mundo derribándose una determinación hacia la comunidad, el orden y la armonía?. Tal será la apuesta libertaria.

Habrá a quien le resulta inviable e ingenuo lo dicho pero, ¿qué salida cabe nombrar en una sociedad que ha cerrado a través de la programación las vías abiertas a la vida?. En realidad no hay ingenuidad alguna sino, más bien, asunción de lo trágico y señalamiento de la única opción posible. En una situación así solo cabrá la perspectiva del observador escéptico que se distancia o la del que violenta el sistema con dureza como único acto verdaderamente político (Deleuze). Para Jünger, tal será la diferencia entre el anarca (o el emboscado) que cartografía y deslegitima, indicando remansos que hagan posible la vida, y el anarquista que se enfrenta al poder cara a cara. Es cierto que Jünger, en Eumeswil, se decanta por el anarca, ahora bien, en La Emboscadura advierte con nitidez de la pesadilla que supone la figura del emboscado para los poderosos en esos tiempos de crisis en que las ovejas se transforman en lobos. Acaso ahí, el anarca y el libertario, compartan piel y barricada a la lumbre y el calor de la palabra de un poeta.

(8)

Quisiera comentar un asunto más, breve en líneas en el libro, pero políticamente muy relevante. En una intuición que muestra finura e incorrección política -apostar por lo libertario también lo es- Simón Royo aventura un posible devenir hispano revolucionario y lo cierto es que un bloque político hispano en términos geopolíticos convulsionaria en muy alto grado la política internacional. Y es que lo sorprendente es la fragmentación de la esfera hispana precisamente por condenarla a ser patio trasero de explotadores. Real politik emancipadora y de soberanía más allá de todo frenesí identitario. “Ser hispano” nos dirá simón Royo”lo contrario de/ una/ españolidad/ sería ser/ hispano/ser anarkohispano/ Tal cosa/ no/ equivale/ a ser latinoamericano/ o español sino “griego/ romano/ árabe… olmeca/chibcha/maya…dialécticas conjugadas/conjuradas/ mezcladas/ de propio-ajeno  …/producción de seres desnacionalizados/... El anarcántropo hace suyo lo otro/ Don Quijote/ Atahualpa”. Mestizaje


[1] Todos los entrecomillados del libro Anarkía/Anarkolepsis de Simón Royo

[2] Me remito al primer párrafo del libro


martes, 22 de octubre de 2024

Apuntes breves de imaginación creadora



A partir de la obra de Henry Corbin -y no sólo- se va progresivamente ponderando la potencia del imaginario de desembocar en la esfera de lo intelectual desde su popia capacidad creadora. Desde tal perspectiva imaginarse el mundo de un modo o de otro predetermina un modo de concebir el conocimiento. De ahí la acuñación de la expresión imaginación creadora para significar el nexo entre las diversas posibilidades abiertas por la imaginación y los modos de conocer alcanzables. Ahí va un apunte introductorio sobre la imaginación creadora atendiendo a sus fuentes griegas.


La imaginación no es una cuestión baladí ni ajena a la esfera de lo intelectual ya que, según lo imaginemos, así reconoceremos el mundo. Entre nuestro imaginar y el conocer podemos advertir una determinada representación del mundo y de sus hechos, una imagen de lo real, una imago mundi que dirían los clásicos. Esta delimitará la textura del mundo que habitamos y los límites de nuestra conciencia. Por eso la actividad del imaginario será algo clave en la esfera de lo cognoscitivo; en la delimitación de axiomas y principios, en las praxis que alumbramos, en el mundo que pasamos a habitar... Como se hace evidente el imaginar podrá conducirnos a veredas y paisajes de lo más diverso; los habrá más o menos amables para el brillo de nuestra naturaleza y los habrá que alienen nuestras capacidades o, incluso, los que sean patológicos o delirantes. De ahí la importancia de templar un lenguaje a la altura de tales veredas y paisajes, y un método de discernimiento respecto de una imaginación que, siempre, será creadora.


Ya Platón ponía en relación la ordenación del propio imaginario o phantasia -de la doxa, de la pistis, de la eikasia- con la capacidad de salida de la caverna. No olvidemos que para el ateniense la phantasia se localiza en un extraño paraje entre la ignorancia y el conocimiento. Tal paraje apuntará a un viático de diversos estadíos con mayor o menor grado de ignorancia. De ahí que un saber sobre el imaginar se torne decisivo. Advierto que, por imaginar, no debe sencillamente entenderse fantasear o divagar con el imaginario. De acuerdo a la tradición clásica la relevancia cognoscitiva de la imaginación tiene que ver con la formalización y elaboración de las afecciones sensoriales que recibe el cuerpo, es decir, con el discernimiento de formas y con el conocimiento a través de imágenes. Ese discernimiento de formas tendrá que ver con el enhebramiento y la síntesis de esas afecciones sensoriales desde determinadas imágenes semiológicas que podamos albergar. Estas, operando como patrones, abordarían esa tarea de elaboración de la sensibilidad con el fin de poder conocer y reconocer formas. De esta manera reconocer perceptivamente, por ejemplo, un árbol, no dependería solo de las meras afecciones sensibles sino de la existencia de una representación mental previa del árbol en tanto idea e imagen. En la psicología propia de la filosofía helenística tradicional el agente de formalización y síntesis de las afecciones sensibles sería la koyné aisthesis –el sensorium o sentido común de la metafísica tradicional-De la actividad del sensorium dependería la existencia del sujeto empírico. Consideremos que sin esa actividad de síntesis, más o menos interferida por la biografía de cada cual, no podría haber ni yo, ni conocimiento, ni identidad alguna.

Aristóteles es quien en sus estudios de psicología enuncia la idea de la koyne aisthesis. De Aristóteles bebieron los estoicos y la tradición platónica posterior. Las grandes síntesis neoplatónicas integraron lo que ya era percibido como una misma tradición sapiencial con diversos acentos. Plotino fue más allá e hizo depender el conocimiento sensible, directamente y sin mediaciones, del conocimiento de lo inteligible o eidético, esto es, del conocimiento de los eide platónicos. Atendiendo a su criterio el conocimiento sensible sería una conocimiento inteligible borroso y poco claro interceptado por la particularidad empírica de cada cual y su bullicio. Esto supondría que la individualidad psicofísica y la propia singularidad biográfica, con su actividad, peajes y condicionamientos, velarían las potencias cognoscitivas superiores del alma. Para Plotino éstas transcenderían la esfera de la propia particularidad anímica y arraigarían en la capacidad de memoria y rememoración de la esfera de lo inteligible en el alma misma del hombre. Lo dicho, al menos en potencia, interpelaría a todo humano hasta el punto de constituir el núcleo mismo de lo humano. La rememoración de lo inteligible supondría la apertura del alma a un horizonte de totalidad y Misterio que todo lo acoge. La filosofía medieval, tanto la islámica como la cristiana, se nutrirán en estas tradiciones. Estamos, por tanto, ante una traditio que glosa, trasmite y va declinándose según contextos específicos.

Imaginatio vera. Un imaginar que promueve la unificación del alma, la sutura de las escisiones de la vida anímica y la activación de las potencias cognoscitivas del alma. Esas mismas de las que dependería la salida de la caverna y el acceso a la plenitud de ser del mundo eidetico. Un imaginario que, en el relato y lo simbólico, delimita una imagen del mundo capaz de promover la figura de plenitud de lo humano. Ahí, el mundo es símbolo de del viático hacia la vida plena que en el hombre se expresa. De ahí que esa capacidad de vida del hombre, lejos de remitirnos a su propio psiquismo, nos remita al ser que se brinda según la propia medida del hombre. Los diversos estados del alma corresponderán con determinadas texturas del ser, con determinados niveles o umbrales de realidad, mas o menos integrados. Lo real acontece así en el hombre, a partir de su misma vida anímica; y el hombre no será sino partícipe, testigo y contemplador de lo real. Pareciera que la identidad de lo humano quedara desfondada en esa apertura a la vida toda, y así será. La cuestión del ser y la de la unidad de todo lo real quedarán así convocadas interpelando al hombre en su mismo núcleo en lo que sería una esfera de Misterio intangible con la que nada puede compararse. Lo Uno como Misterio que, en su productividad inagotable, todo lo rebasa; bien lo supo plantear Platón en el Parménides. En palabras de Plotino esa figura eternamente figurada; imaginatio dei...