Ahí va una secuencia de reflexiones a partir de la lectura del libro de Simón Royo Anarkía/ Anarcolepsis, editado por Manuscritos. Un libro planteado como una experimentación con el lenguaje filosófico, dejándo ser simplemente palabra, a la búsqueda de la palabra viva. Lejos estamos pues de la esfera de lenguaje filosófico-académico y de la técnica que incorpora aislándolo incluso de un lector culto. Ensayo filosófico pero tambien proclama que transmite el deslizamiento de Simón Royo hacia el libertarismo y su propuesta revolucionaria.
"Estamos en la nave de los locos"(Simón Royo)
(1) [1]
Anarkía/Anarcolepsis es
un libro que ante todo es un acontecer, un experimentar con el lenguaje
indagando en nuevos modos expresivos para el pensar. Una apuesta, en palabras
de Simón Royo, orientada desde “otro modo de ser/ de existir/ de vivir”
habitando la palabra filosófica. Pensar
desde lo “indeterminado”, desde lo libérrimo, desde lo “incondicionado”, desde
lo siempre presente”, desde lo “salvaje”.[2] ¿Acaso no es esto
urgente?. ¿Exige la filosofía una palabra nueva dicha en las antípodas de los
productos académicos curriculares que nadie lee?; ni siquiera los miembros de
la Academia. Ante Anarcolepsis estamos ante un grito de rebeldía frente
al lenguaje filosófico académico y su nula recepción social, un grito juguetón
poco asimilable por el académico profesional que se aferra a los criterios de
especialización que le auparon y aseguraron la soldada. Anarcolepsis es,
por tanto, una provocación. Simón Royo, por lo demás, es doctor en filosofía y
tiene una muy sólida formación académica. Advirtamos los parentescos que
conjura “Cierto animismo/ panteísmo/ vitalismo/ materialismo (Lucrecio)/ Lo
místico (Wittgenstein), lo sin por qué y sin para qué (Eckhart)/, inmanente,/
contingente,/ siempre presente”; y, además, lo libertario.
Filosofía académica,
académico profesional… Cierto es que la del presente es una filosofía moribunda
a la que nadie atiende y nadie lee. ¿Cabe repensar la filosofía como lo
impensado y lo excluido de la escena social que nos habita?. Este, acaso, sea
un primer compás. La filosofía como el residuo formalizado que la modernidad
encierra en la Institución Académica -no vaya a ser que moleste- y en la
tecnificación de los filosofemas. En la trepidación de la máquina el arte de
vivir parece no encontrar hueco ni congregar interés. No olvidemos que al
hablar de filosofía de la vida hablamos… ¿Es acaso posible vindicar la vida
buena y el saber vivir confrontándose al orden de cosas vigente?. ¿No vivimos,
acaso, en una sociedad que interviene y programa la vida misma?. Simón Royo entenderá
que la lucha por la vida buena y por su marco, el de la comuna y lo comunitario,
será el eje central del presente ensayo “ya no/ hay/ lucha de razas,/ ya no/
lucha de clases.. sino/ lucha por la vida buena”. A continuación conjura a
Epicuro del que nos dirá poco más adelante: “Epicuro, el que en todo acertó”
¿Pasa la solución por
encontrar un nombrar renovado?. Simón Royo apuntará a la palabra dicha desde un
método anárquico, sin un ancla predeterminada sólidamente fijada, como vereda
de renovación para el pensar, como vía abierta desde la que derribar el colosal
ídolo que han diseñado los pensares de los últimos siglos; “sabiduría/
anárquica/ sin principios/ que sabe zozobrar”, que instaura debate y reflexión
compartida. ¿el pensar arquitéctónico y sin fisuras, la voluntad de sistema,
ilegible para la mayoría, como gran ídolo de la razón suplantando la vida?… Advirtamos
que ante los tratados sistemáticos estamos en las antípodas del diálogo
platónico y que, acaso, el primer tratado de la historia de la filosofía, la Metafísica
de Aristóteles, eran, básicamente, apuntes de clase dirigidos a los miembros
del círculo interno de la Academia. Por cierto, el estagirita, de cara al
público, también escribía diálogos.
(2)
Anarcolepsis:
el pharmakon de la anarquía para el pensar; la libre espontaneidad de la
palabra maridando en un caos celeste prosa y poesía a la búsqueda de un “arte
originario/ anónimo/ que aniquila/ mata/ lo mundano”. Un arte del origen antes
que el poder fuera. ¿Cabe rastrear esa palabra originaria configurando destinos
por venir?. Consideremos frente al orden jerarquizado de la filosofía como
sistema la anarkía de la palabra que a la hermenéutica queda abierta.. ¿La
receta?. Abandonar esa comprensión cerrada que agarrota el pensamiento; quedar
abierto a lo más decisivo del pensar que no será sino la vida indicada y su
potencia. La anarcolepsis dejando atrás la catalepsis de la comprensión
orientada y correcta; corrección política al cabo. Atisbar una nueva planta
para el pensamiento y confrontarse con un pensar tecnificante saturado de
administración de la vida. Efectivamente, el sueño de la razón produce monstruos.
Acaso la razón moderna, avasallando el logos, convirtió a lo humano
demasiado humando en rector et pontifex.
La receta será pues la anarcolepsis:
Pensar y escribir desde un horizonte que desvela un campo de posibilidades
diversas que, más allá de la intención del autor, exigen de la activa
participación del lector. Festejar que todo texto, en tanto palabra,
transciende la voluntad ideocrática del que lo escribe. Escribir violentando,
mas no negando, el concepto y acercar la filosofía a esa palabra poética que
lejos de cerrar argumentarios abre a sentires y sendas de vida y pensamiento. Tales
resonancias nos suscitará Anarkía/Anarcolepsis para, finalmente,
invitarnos a imaginar el anarcántropo, ese “aristócrata intelectual” que
“respecto/ a /la inteligencia/ solamente admite/ el máximo e igual/ para
todos”. El lector reimaginando y liberando la palabra. El anarcántropo “no
busca lectores, busca secuaces” nos dirá Hugo Savino en el prólogo. Devolver su primacía a la palabra en el
acontecer que promueve. “Acontecimiento/ es/ tránsito…/a/ otro/ modo de ser…
revolución”. Metanoia. Imaginemos un nuevo decir filosófico dando
primacía a la palabra que late a muy diversos registros en los diversos
lectores. ¿Transformar el texto en comunidad desde el primado de la palabra más
allá de la autoría?. En comunidad y a la medida del cuerpo vivo; “pensar así/
por instinto/ si recuperamos/la intuición intelectual/ el nous/ la no
medida/ de inteligencia/ alcanzamos maestría”. Lo noético, a la medida del
cuerpo vivo y de su capacidad para el acontecimiento y para la realidad que se
desvela en la presencia…
(3)
Con Anarkía-Anarcolepsis
Simón Royo, muy coherentemente, se ha deslizado hacia el libertarismo,
entiendo, a partir de una perspectiva de crítica política deudora de la idea
deleuziana de administración de la vida, o de la foucaultiana de biopoder
-retomada por Agamben- y que enlaza con la delimitación heideggeriana
del tiempo presente como el del imperio de la mentalidad técnica en tanto gran
telón de fondo de la modernidad. Con acierto, nos dirá Simón Royo que de la “Naturaleza/
de ella/ brota todo/ brota también la técnica/ y la cultura”. Solo así la
técnica, brotando de la intimidad de lo humano, se nos puede hacer íntima hasta
el punto de haber llegado a troquelarlo todo en el tiempo moderno.
Desde esta perspectiva
los últimos siglos quedarían delimitados desde una capacidad creciente de
gestión de la vida que la convertiría en el objeto de planificación de unos
poderes humanos que pretenderán alcanzar una serie de rendimientos.
Consideremos las enormes concentraciones de poder que cuajan en la modernidad
técnica… Como se hace evidente -nos recuerda Jünger- en un paisaje así la
persona singular, las personas concretas y sus conciencias, se transformarán en
objeto preferente de intervención, configuración y cosificación. De este modo, el gentío pasará a ser poco más
que una colección de piezas a las que dar la forma prevista para que sean
operativas en el engranaje social. El hombre como pieza de diseño, la sociedad
como gran maquinaria…
Confrontemos lo dicho con
esa divisa de afirmación de la vida, postulada por Nietzsche, y
advirtamos el potencial de su crítica al tiempo presente. ¿La vida?. “No
olvides/ todas las fosas/ son/ comunes/ Ya no/ hay lucha/ de razas/ ya no/
lucha de clases/ ya no/ por la vida/ mera supervivencia sino/ lucha/ por la
vida buena/ ocio/ renta y formación/ placer y alegría/ escuela y jardín”. La
referencia a Epicuro se le colará a Simón en el texto como gran
intérprete filosófico de la necesaria afirmación de la vida. Nietzsche,
Epicuro…
(4)
Recapitulemos y
advirtamos cómo, en tal orden de cosas, el gran sello de servidumbre será la
vida formateada desde el poder, esto es, nuestra vida no vivida a partir de la
ordenación del tiempo que nos impone el vigente orden de cosas. La clave de la
explotación ejercida sería, por tanto, esa enajenación de la propia vida y del
propio tiempo mandatado por el poder; “nos arrebatan/ el presente/ sumidos/
quedamos/ en futuro incierto/ en pasado cierto ignorantes/ pues sabiduría/ es
/amor a la presencia/no vemos lo que se nos presenta/ el acontecer/ y se nos
nubla/ el actuar”. La sociedad moderna como la gran caverna de los ciegos. Esa
ceguera que nos decía Saramago…
La plena escena social se
asienta pues en esa sociedad de individuos ciegos y atomizados que ceden el
espacio público a la virtualidad del mercado y de los circuitos de imágenes.
Partículas elementales que rendirán culto y adoraran la gran orgía crepuscular;
esa fiesta sombría del “consumo/ de trabajadores/ agotados/ del pueblo
pobre/que baila/ fiesta del consumo/ del capitalismo”. La gran tarea: inventar
más allá de sus cenizas fiestas que promueven comunidad y alegría. “La
alegría/como mayor/ potencia/ de conocer/de ser/ de actuar/de existir”…
Como vemos la palabra
rechazada e impensada aguarda en el crepúsculo de los ídolos al que Anarcolepsis
anima. “Ya pasó la fiesta del asno/ el obispo bufón/ nos bendijo// a
todos//Hemos degradado la moneda/ hasta hacerla/ desaparecer/ mostrando así/ su
falsedad// Ahora/ estamos listos/ para la/reconstrucción/ de la/ comuna”. Los
vínculos de los cuerpos vivos encontrándose desde la palabra impensada. La
comunidad el gran desafío a reimaginar, el hogar que nos fue hurtado por el
pujante proceso de administración de la vida. La comuna, asamblea tribal, koyné
por venir, hermandad a imaginar, el cuerpo a cuerpo desplazando al mercado más
allá de la escena... La anarquía: la emergencia de un tejido vital espontáneo
que se organiza. La cuestión es, ¿qué catalizador ordena la vida desde la vida
misma?. ¿qué palabra funda lo que perdura?, que diría Hölderlin. ¿Dónde abunda
la palabra originaria señalándonos?. Simón Royo nos recordará la capacidad de
los poetas, desde su propio exilio interior, de alumbrar palabras que destruyen
el in-mundo que padecemos creando “otro espacio/ común compartido”
(5)
El recorrido al que nos
invita el Simón Royo va más allá. La del tiempo hurtado remite a la cuestión
del capital en tanto modo de producción y, también, de consumo. Con acierto, el
autor de Anarcolepesis encontrará la figura explicativa de la
administración de la vida en las dinámicas de producción y consumo. “El costo/ de una /mercancía/ es la/ cantidad
de vida/ que hay/ que dar a cambio de ella… luego/ el que/ más tiene/ menos
vive… explotación/ del hombre/ por el/ hombre/ salir fuera/ de si/ enajenación/
vampirismo”. El tiempo que cedemos al sistema es, básicamente, el tiempo que el
sistema nos hurta para educarnos en su propio beneficio para ser una pieza más
-la que nos toque- del engranaje social…Tal será el gran cenagal de las vidas
inéditas como cimiento de un modo de producción que nos vive; y así los cuerpos
vivos se verán suplantados por una virtualidad que nos mide e imagina. Efectivamente,
el vínculo entre el orden técnico, la modernidad, el capitalismo desatado y el
orden de lo virtual será muy estrecho. A la base de lo dicho la revolución
burguesa implementando esa movilización total para la producción que
caracteriza el tiempo presente; el del “capitalismo/ como cáncer/ del mundo/ y/
de la/ tierra (Hanna Arendt)… en el que todo deviene mercancía” e imagen de
consumo.
¿Sería posible liberar el
tiempo más allá de las exigencias del mercado?. ¿Cómo hacerlo?. Ante lo dicho y
en palabras de Simón Royo: “ demorarse/, morar despacio/, frenar el impulso
vertiginoso que nos lleva a la muerte/… Epocalidad/ de la/ modernidad/ es/
tiempo acelerado. Antídoto/ leer/ leer despacio/, escribir/ más lentamente/
aun/… cualquier meditación/ atención/ demora/, regusto… No abogamos por la
lentitud/ que es/ envejecimiento/ sino/ por salirse/ fuera /del tiempo/
desasimiento/ dejar ser/ ritmo/ y/ armonía/ en concordancia/ con/ la sinfonía/
del cosmos/ palpitación de la naturaleza/ canto polisónico”, La verdad siempre
será la physis y la vida que nos dice, más allá de nos. “Verdad/
entonces/ ya no como/ principio/ rector/ sino como espacio”, “como
acontecimiento que no se impone”, como “energeia/ parto/ natalidad”. La
sabiduría como amor fecundo a “la presencia”, a la alteridad y la corporalidad
que nos espera más allá de los circuitos de imágenes que enhebran el mercado …
Algo nos espera más allá del recodo y del in-mundo que nos habita en su propia
trepidación. Quizá ese “orden/ de lo / intempestivo” del que nos habla Hugo
Savino en la introducción del libro, quizá ese “retomar/ el tiempo/de las
cosas/ralentizar la aceleración”. Con seguridad una metanoia. “cambio en
la intelección/ atención/ perspectiva/ nueva mente/ otra mentalidad/
heterotopía anárquica”.
(6)
Las resonancias que me
suscita Anarcolepsis no son pocas. Entiendo que lo postulado respecto
del proceso histórico, además de abocarnos a abordar la cuestión del nihilismo,
-el nihilismo en tanto suplantación de la vida- como el tema de nuestro tiempo
también incorpora un juicio acentuadamente escéptico o, incluso crítico, de esa
modernidad ilustrada encastillada en la autocontemplación complaciente. ¿Cómo
recuperar la capacidad de palabra tras la tabula rasa ilustrada?. En tal
encrucijada Simón Royo, mojándose políticamente, dará un paso desde la crítica
filosófica y metapolítica a la política operativa. Vindicará la tradición
libertaria como respuesta a la intensa crisis de la razón política crítica de
la segunda mitad del siglo XX. Para entender el paso dado por Royo algo debe
quedar claro. A saber, su conciencia revolucionaria y su convicción de que solo
cabe una revolución en toda regla como única vía de salida posible al actual
orden de cosas. ¿Qué orden de cosas?. Insisto; el de la administración de la
vida que ordena un orden social totalitario por mucho que venga a legitimarse
desde apariencias democráticas. ¿Qué orden totalitario?. El del ordenamiento
creciente de la vida como finalidad en sí. Apelo al sentido que daba Popper al
término totalitario, es decir, al de una sociedad en la que la vida social
entera viene a estructurarse desde una referencia que todo lo ordena. En tal
sentido es indispensable recordar que este orden totalitario pudiera no
necesitar de autoritarismo alguno e, incluso, disponer a su favor de la
programación del deseo que administran los circuitos de imágenes que enhebran la
sociedad de consumo… ¿Es el mercado esa matriz imaginaria que programa los
deseos dando al siervo una falaz sensación de libertad?. Libertad de elegir que
decía Milton Friedman aunque claro desde las condiciones que al esclavo le
imponen…
Desde la tradición
filosófica se lleva siglos aclarando que la libertad, muy lejos de
identificarse con el deseo en expansión, se remite a la capacidad de conocer y
de ser en tanto marcos de refinamiento de ese deseo. ¿Cómo replantear la
cuestión de la libertad?. Con acierto se nos dirá en Anarcolepsis: “Libertad es
dominar las pasiones/ libertad es liberar las pasiones/atentos a la paradoja”.
Paradoja de las paradojas. Anhelo libertario donde los haya por proclamar la
soberanía de la persona. La única vía abierta reside en el alma misma del
hombre, en la intimidad de su vida anímica y no en autoridad externa alguna.
(7)
Del libertarismo decir
que siempre me estremeció su pureza al entender al poder que se constituye en
el tiempo de la modernidad como el gran enemigo a batir. El poder moderno como
enemigo objetivo de la vida; y, por tanto, la única vía posible la de resistir
a ese poder que se proyecta con enorme violencia sobre la vida. Tal será la
génesis impoluta de la violencia revolucionaria anarquista; una respuesta
instintiva, desde la piel de la vida misma, a esa programática moderna de
control -bien lo sabía y lo decía Buenaventura Durruti apelando al dolor del
pueblo violentado-. Por tal razón el libertarismo nunca se prestó a ceder su
vientre al estado a cambio de participar del poder -tal y como hace la
izquierda/progresía realmente existente-. Frente al poder constituido en Estado
solo cabrá su demolición en tanto agente de administración de la vida. No se
trataría, por tanto, de cambiar la sociedad atendiendo a ciertas reformas
ni de hacer el sistema más dulce sino de
derrumbar las bases del poder mismo vigente en la modernidad. Me viene a la
cabeza el gran Agustín García Calvo, genio y figura, animando a la destrucción
de la realidad que se nos vende… ¿Cabe
esperar de la potencia creativa de la vida y del propio caos del mundo
derribándose una determinación hacia la comunidad, el orden y la armonía?. Tal
será la apuesta libertaria.
Habrá a quien le resulta
inviable e ingenuo lo dicho pero, ¿qué salida cabe nombrar en una sociedad que
ha cerrado a través de la programación las vías abiertas a la vida?. En
realidad no hay ingenuidad alguna sino, más bien, asunción de lo trágico y
señalamiento de la única opción posible. En una situación así solo cabrá la
perspectiva del observador escéptico que se distancia o la del que violenta el
sistema con dureza como único acto verdaderamente político (Deleuze).
Para Jünger, tal será la diferencia entre el anarca (o el emboscado) que
cartografía y deslegitima, indicando remansos que hagan posible la vida, y el
anarquista que se enfrenta al poder cara a cara. Es cierto que Jünger,
en Eumeswil, se decanta por el anarca, ahora bien, en La Emboscadura advierte con
nitidez de la pesadilla que supone la figura del emboscado para los poderosos
en esos tiempos de crisis en que las ovejas se transforman en lobos. Acaso ahí,
el anarca y el libertario, compartan piel y barricada a la lumbre y el calor de
la palabra de un poeta.
(8)
Quisiera comentar un asunto más, breve en líneas en el
libro, pero políticamente muy relevante. En una intuición que muestra finura e
incorrección política -apostar por lo libertario también lo es- Simón Royo
aventura un posible devenir hispano revolucionario y lo cierto es que un bloque
político hispano en términos geopolíticos convulsionaria en muy alto grado la
política internacional. Y es que lo sorprendente es la fragmentación de la
esfera hispana precisamente por condenarla a ser patio trasero de explotadores. Real
politik emancipadora y de soberanía más allá de todo frenesí identitario. “Ser
hispano” nos dirá simón Royo”lo contrario de/ una/ españolidad/ sería ser/ hispano/ser anarkohispano/ Tal cosa/ no/ equivale/ a ser latinoamericano/ o
español sino “griego/ romano/ árabe… olmeca/chibcha/maya…dialécticas conjugadas/conjuradas/
mezcladas/ de propio-ajeno …/producción
de seres desnacionalizados/... El anarcántropo hace suyo lo otro/ Don Quijote/ Atahualpa”.
Mestizaje
[1] Todos
los entrecomillados del libro Anarkía/Anarkolepsis de Simón Royo
[2] Me
remito al primer párrafo del libro