Jose Luis Garci. La cabina. Un película de culto a la que puso de actualidad el apagón vivido como gran escenario para el finiquito. Experimento, ensayo, acontecer del caos que termina generando una complejidad siempre creciente en su propia fragilidad... La revuelta de los objetos emergiendo y ajustando cuentas... Vivimos en una sociedad en la que no cuadran las cuentas y antes o después eso dejará un saldo... Dicho lo dicho sin el más mínimo apasionamiento. No deja de ser una cuestión de medida
El pasado apagón que nos vivió me ha traído a la memoria, La
cabina, esa joya maestra del cine fantástico de la España de los setenta
con realización de Mercero, guión de Jose Luis Garci y magistral
actuación actoral de Jose Luis López Vazquez sin decir una sola
palabra. Todo es magistral en La cabina, desde el guión repleto
de sugerencias a una realización que sin dejar de traslucir el tremendo dramatismo
todo lo contempla desde el ángulo de la observación detenida. A pesar de ser un
mediometraje para TVE lo cierto es que La cabina es considerada, desde hace
ya bastantes años, cine de culto completamente consagrado. Recuerdo haberla
visto de niño y sentirme arrojado a la incertidumbre más absoluta en la
inexistencia de un desenlace convencional y previsible que libere a la víctima de
una trampa tan cotidiana... López Vázquez no dejaba de
quedarse encerrado en una cabina… ¿Cómo no se le iba a poder liberar?. La normalidad
más ramplona como gran trampa que esconde algo que discretamente opera sobre
quien cometió el error de estar en el sitio y el lugar inapropiado. La normalidad
animándose y sirviéndose de la fría administración del mundo de la que todos
participamos. Todos somos culpables y lo real nos responderá con dureza librándose
de nosotros a su debido tiempo y, poco a poco, ya parece hacerlo… En La cabina quedaremos pues confrontados con el desasosiego y la angustia dimanando de lo más cotidiano en la
más absoluta inmediatez existencial. Un aviso a navegantes sobre nuestra vida
desquiciada y desquiciante.
En La cabina son, efectivamente, los objetos mas
cotidianos los que se nos confrontan proclamando la revuelta de los objetos frente
al control y la torsión de la vida que caracteriza nuestras sociedades de
capitalismo avanzado. Además, no se revuelven cualquiera de los objetos existentes sino
los que tienen que ver con el tráfico de información en tanto gran red que constituye
la apariencia y la virtualidad que entreteje nuestras sociedades contemporáneas. La revuelta
acontece, por tanto, en el núcleo mismo del poder operando sobre quienes parecen
ser los apéndices necesarios de esa engrana de administración de la vida que la propia vida padece.
Recordemos la relevancia de la obra de Mc. Luhan o de
Guy Debord en los sesenta y
setenta denunciando la trama cada vez más virtual de una vida medida desde la instauración
de lo existente que establecen los medios de información y de comunicación de
masas. Así lo real se irá viendo sustituido por lo virtual. Vivimos en un mundo en el que el cuerpo a
cuerpo que desde siempre ordenó las relaciones humanas se va diluyendo como un
azucarillo. ¿Qué quedará de la persona singular en tal escenario?. Nada más que
su propio crepúsculo. El último tercio del siglo XX verá el emerger de esa
sociedad de lo virtual desapegada cada vez más del cuerpo vivo y con pretensiones
de salirse de la materia. Al día de hoy nos hemos adentrado mucho más en esa
virtualidad emergente. La genialidad de La cabina será anunciarnos el
poder emergente de lo evanescente en su mismo umbral de acceso. Las cuentas no encajaran en esa sociedad de lo virtual
que pretende empoderarse y las contradicciones terminaran apoderándose del escenario.
En el relato nuestro protagonista, López Vazquez, quedará
encerrado en una cabina de teléfono desde la que solo se le verá gesticular.
Quedará mudo en sus demandas de auxilio al tiempo que convertido en motivo de mofa
y espectáculo para el resto de la gente que son quienes le ponen voz. Nadie
se tomará en serio su destino ni su problema precisamente por arraigar en los objetos que nos son más inmediato. Nadie parece advertir nuestra dependencia
extrema de tales objetos cotidianos ni de los flujos de información introduciéndonos
en su caverna regida por lo aparente. A nuestro protagonista no se le dejará
salir de la trama virtual de comunicación a distancia con que saturan la existencia los medios de información.
Quedará atrapado, desde su red de objetos, en una cabina… Solo un grupo de
marginales le observará con conmiseración entendiendo su destino fatal.
El final es etremadamente bizarro y descarnado con nuestro
hombre conducido a un averno de seres olvidados en su llegar a ser -gygnomai-
fallido, una especie de Hades para sujetos ya sin memoria que agonizan en la
cabina que se apoderó de ellos para morir y desecarse dentro de ella sin
recibir auxilio alguno de nadie. La fría racionalidad más allá de los cuerpos vivos de la administración técnica será la intérprete y la ejecutora final del horror que impone esta revuelta de los
objetos. Estos vindicaran su ser desde una crueldad desmedida hacia lo humano. La revuelta
de los objetos ejecutando el eterno de retorno que decide reactivamente prescindir
de lo humano por la violencia que el propio hombre impone… Ahí va el enlace al video
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