domingo, 15 de octubre de 2017

William Blake: Gloria del cuerpo, psicologia phantastica e imaginación creadora





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William Blake, del mismo modo que otros grandes de la cultura inglesa del XIX -Mary Shelley o Wordsworth- pensó y vivió a contracorriente de la cultura dominante y de la divisa de la razón técnica. También sintió Blake a la contra de la sensibilidad religiosa mayoritaria en su época, crecientemente decantada hacia el puritanismo y hacia ese dualismo del bien y del mal moral que reducía la experiencia religiosa a la mera normatividad de la moral. Su adhesión al romanticismo, en su desconfianza de la razón ilustrada y en su atención a las veredas de la imaginación creadora, está fuera de toda duda. De hecho, su nombre bien merece quedar inscrito entre los grandes del romanticismo europeo. En cuanto a su manera de entender la religión y el cristianismo, en tanto vía iniciática, poética de la percepción y gloria del cuerpo, lejos de transformarlo en un reformador religioso servirá su legado a gentes de cultos y creencias diversas. Fue el gran Chesterton quien declarara su vecindad con el catolicismo. Esta vecindad a otros les resultará chirriante. La realidad es que la sensibilidad espiritual de Blake es tan universal, por describir lo humano, que es capaz de hacer vibrar a personas religiosas de diversa condición e incluso a personas indiferentes hacia la religión pero interesadas en los procesos espirituales o las cuestiones estéticas. Este será el genio de William Blake; un místico visionario libre y sin tapujos más allá de todo sesgo sectario.

Me he referido a Chesterton. Tras un relativo olvido en el siglo XIX este católico inglés será uno de los que vaya rescatando la figura de Blake. La devoción que la beat generation sintiera por Blake fue otro de los grandes momentos en el proceso de recuperación de su figura. Para los beatniks Blake indicaba una poética de la imagen de tintes proféticos precisamente por indicarnos las posibilidades de lo humano y el destino del hombre. Ginsberg, además de hacerle protagonista de sus visiones, le consideraba el primer beatnik... No es algo que deba extrañarnos; por marginal y ajeno a su tiempo; por indagar en las potencias del espíritu las capacidades para elevarse por encima de un tiempo degradado en la violencia de la administración técnica de la vida; por entender la religión desde la poética y el éxtasis que sublima la existencia; por su valoración del cuerpo y de la libertad de costumbres; por entender la espiritualidad desde la unidad de todo lo real bien lejos de todo dualismo moral u ontológico... Chesterton alabará su realismo visionario y su manera de entender la gran visión como la plenitud de las formas. Desde su perspectiva de católico culto formado en la metafísica medieval y helenista el realismo visionario de Blake será para Chesterton la savia de su mirada poética hacia el mundo; una mirada que desde la imaginación creadora sabrá advertir la transparencia metafísica de una vida encendida.

Chesterton, Ginsberg, el propio Blake… Todos ellos marginales a esa Ilustración racionalista que el capital y sus exigencias imponen desde hace ya dos siglos. Planificación, técnica, rentabilidades, gestión: la sociedad como hormiguero, los hombres a los pies de la administración de la vida… Efectivamente, muy lejos de esta programática de control total encontramos a gentes como Chesterton, Blake o Ginsberg. Su punto de vista no referirá lo humano a la movilización total para la producción sino a esa aventura del espíritu y hacia el espíritu. La misma aventura que atravesará el gigante Albión muriendo y resucitando para conocer y reconocer su propia plenitud. (Cfr. William Blake. La emanación del gigante Albión)

Ya he indicado el enorme interés que la beat generation sintiera por William Blake. Este interés tendrá su continuación en la contracultura y en lo más granado del movimiento hippy. Sin ir más lejos el nombre del grupo “The Doors” es un homenaje y un reconocimiento a William Blake inspirado en uno de sus versos “Si las puertas de la percepción quedaran depuradas todo se mostraría al hombre tal cual es: infinito”. En la linea de esta reivindicación contracultural de Blake, en España, Lluis Racionero le dedicará un vibrante estudio en su obra “Filosofías del underground”. Todos ellos buscarán en Blake al artesano del éxtasis que fue. Siguiendo su estela indagarán en los referentes occidentales del éxtasis. En Occidente esos referentes se remontan a  esa ebriedad[1],  bendecida por los dioses, de la que nos hablara Platón. De su mano, el alma se lanza a un íntimo acercamiento a ese Misterio que concilia todo contrario y toda dualidad –la síntesis suprema-. Ahí se nos revelará la unidad de todo lo real más allá de los estrechos límites perceptivos del estado de conciencia corriente entre los hombres. Superando la percepción deformada que el hombre padece en el interior de la caverna en la que está encerrado alcanzará una liberación perceptiva capaz de brindarnos el acceso al mundo de la intensidad y la plenitud de las formas y, finalmente, a ese misterio insondable que nos revela al cosmos como Uno. (Cfr. Platón. La república. Mito de la Caverna). Este viático interior permitirá al hombre acceder a modos de plenitud y salud desconocidas.  Ante el mismo no estaremos ante una mera curiosidad de lo humano sino ante el destino del hombre desplegándose.

Esta será la cartografía básica a partir de la cual Blake construirá su idea de imaginación y su sensibilidad espiritual. Como advirtió Chesterton la misma descansa en los mejores mimbres de la metafísica occidental. Desde esta cartografía básica adentrémonos en William Blake. A buen seguro su propia sensibilidad espiritual, su manera de entender la visión y el viático de lo humano nos dará rastros ciertos desde los que acercarse a asuntos tales como la experiencia visionaria y la imaginación creadora.

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En un primer acercamiento destaquemos el carácter netamente moderno de Blake en tanto romántico y pionero. En esas notas queda delineada su sensibilidad espiritual. Moderno por ordenar su textura espiritual desde la conciencia de la crisis de las religiones tradicionales y, sobre todo, de sus instituciones políticas. Moderno por entender la poética desde la libertad creativa y desde la inspiración. Romántico y pionero por abordar su propia elaboración imaginaria y espiritual; algo que vendrá impuesto por vivir en un mundo en crisis. Pionero pero no por ello desgajado de la tradición a la que pertenece. Moderno y romántico por pretender esa apertura al espíritu desde una poética íntima que se remite a las capacidades de la vida anímica y a la liberación de las potencias espirituales del hombre. Pionero por anticipar una crítica de la Ilustración a comienzos del XIX…

En realidad, Blake fue de los primeros que divisó el monstruo que engendraba la mentalidad técnica y la sociedad de control que alumbraba la sensibilidad ilustrada. Un monstruo que corta y cose la vida a peso y cuchillo desde el cálculo, la medición, la administración y la gestión. Desde la mirada de Blake ese monstruo es Urizen, el poder razonador del hombre desgajado por la Ilustración de la totalidad de lo humano. Urizen dejará el saldo de su propio espectro; el espectro propio de la degradación del hombre que aliena las potencias de lo humano. Un espectro que razona, calcula y, fríamente, administra, somete y controla dejando un páramo tras de sí. Desde su primado, Urizen habría roto la homoestasis de lo humano, sus equilibrios más evidentes. El coste de lo dicho será muy alto ya que lastraría la plenitud perceptiva del hombre, la plenitud del cuerpo y la plenitud del mundo que le aguarda. Para Blake esta hipertrofia de la razón analítica condenaría al hombre a una vida de miseria...

Desde el punto de vista de Blake, Urizen, es una de las cuatro potencias que integran lo humano. Son los llamados por él cuatro zoas o cuatro vivientes. Junto a Urizen estaría Luvah –las emociones y los deseos- , Tharmas –los sentidos corporales- y Urthona –el espíritu-. Del equilibrio y de la actividad integrada de estas potencias dependería la plenitud de lo humano. Así Urthona para encontrar su vigencia en el mundo y la vida sublimaría las capacidades de los sentidos corporales llevando al cuerpo a su plenitud perceptiva. Con lo que Tharmas vendría a encontrar su plenitud en el equilibrio con Urthona y Urthona nada sería sin Tharmas... Al tiempo la pertinencia de las elaboraciones de Urizen dependerían de la capacidad perceptiva que se liberaría en el vínculo entre Tharmas y Urthona. Así, de lo transparente que estén los hombres a sus propios sentidos y de su capacidad de presencia dependería la potencia de pensar con acierto. Urizen, del mismo modo que Tharmas o Urthona, también dependería de Luvah; por la importancia de los equilibrios emocionales; por la relevancia cognoscitiva de las propias emociones y por los velos que éstas emociones puedan prefigurar. A su vez, todos los zoas dependerían de Urizen por su relevancia para las cuestiones prácticas y en lo referente a un discernimiento no contemplativo. En relación a la relevancia de la razón Blake no apuesta por irracionalismo alguno sino por una re-elaboración de la esfera de lo racional desde las potencias del alma que acontecen en la vida del cuerpo. En sus propias palabras “la razón o ratio de lo que ya hemos conocido no es lo mismo que lo que será cuando conozcamos más”.

Como observamos las combinatorias de los cuatro zoas no son pocas, abriéndose a diversas posibilidades. La plenitud de lo humano dependerá de su equilibrio y de su fertilización recíproca. Podríamos decir que en la homoestasis de estas cuatro potencias cristaliza la psicología phantastica y poética que propone Blake. Desde tal equilibrio el hombre alcanzará una visión penetrante y nítida capaz de dar cuenta de las tramas ocultas de la cotidianidad y de la gran visión. Sobre esta gran visión nos dirá Blake: “El mundo de la visión es el mundo de la eternidad”.

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Efectivamente, William Blake manejó el arte visionario que no es sino ese arte de la mirada capaz de espíritu y de vida plena. Podríamos hablar de él como de un visionario que nos indica hasta donde alcanza la capacidad de visión del hombre para desvelar aquello que, en principio, permanece oculto o velado. Para Blake el privilegio de esa visión alcanzará la plenitud espiritual de la vida precisamente a partir de la plenitud cognoscitiva del hombre. De ahí la importancia que la cuestión del cuerpo tendrá para Blake. En su propia plenitud perceptiva y a partir de nuestros sentidos –acogidos a la plenitud del espíritu- el cuerpo humano desvelaría la imagen divina del cosmos. El cuerpo se concibe como cuerpo animado, cuerpo vivo. Conviene recordar que a partir de la óptica indicada el alma sería la instancia de animación del cuerpo, su vida misma…

Blake, se acerca a una noción de cuerpo muy similar a la que más de un siglo después aportará la fenomenología al tiempo que renueva la vigencia de las más atinadas tradiciones iniciáticas cristianas. En lo referente a esas tradiciones iniciáticas cristianas me viene a la cabeza las doctrinas de Orígenes y de los padres de la iglesia sobre los sentidos espirituales o sobre el cuerpo espiritual. En lo referente a la fenomenología Blake entenderá el cuerpo a partir de la propia vivencia corporal. La vivencia y el modo del conocer del hombre quedará constituida desde su propio cuerpo y nuestra mirada sobre el cosmos responderá a las propias potencias del cuerpo animado del hombre. El cosmos que el hombre conoce quedará remitido a la corporalidad humana; y las potencias de la vida del alma a ese cosmos que viene a revelarse en los diversos estados de los que el hombre es capaz. Alcanzar esa percepción de la diversidad del mundo revelando su plano de unidad constituirá la gloria del cuerpo del hombre y la propia plenitud del cosmos. De ahí la enorme importancia que da Blake al cuerpo del hombre, un cuerpo que es capaz de tomar conciencia del espíritu divino y de contemplar el cosmos a partir de su propia plenitud. Y es que para Blake “el hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma”; más que el alma estar en el cuerpo sería el cuerpo el que quedaría acogido al alma hasta el punto de ser el alma la propia plenitud y finalidad[2] del cuerpo. Hasta el punto que el cuerpo sería emanación y flor del alma.

Como podemos observar y como bien supo ver Chesterton los contenidos neoplatónicos y la metafísica tradicional late con fuerza en Blake ordenando sus cartogramas del éxtasis, su poética y su narrativa. La alusión a las emanaciones no debe ser pues algo que deba sorprendernos. Esta idea neoplatónica es importante en su obra. Mundo y hombre responden para Blake a emanaciones sucesivas a partir de unos arquetipos celestes. Si las emanaciones atienden a su causa y origen, es decir, si son capaces de reconocer su forma en ese origen, habrán encontrado su plenitud. En caso contrario verán alienadas sus potencias de vida hasta llegar a convertirse en un espectro de sí.

A la hora de alcanzar esa conciencia de lo divino la imaginación será la clave que eleva al hombre más allá de la conciencia ordinaria. Y así será por alcanzar esta capacidad imaginativa la llamada imaginatio vera o imaginatio dei. ¿Imaginación divina; por qué llamarla así?. Con la cuestión de Dios, en términos metafísicos, queda nombrada la de la Unidad del mundo más allá de toda escisión y dualidad, la permanencia más allá de todo cambio y la de un plano causal omniabarcante e integrador. Alcanzar la experiencia de Dios, ni más ni menos, será la experiencia de la unidad de todo lo real, la experiencia del Todo y del cosmos en tanto Unidad que expresa una plenitud desconocida. Hen kai Pan[3] nos dirán los románticos… Tal será para Blake el viático de la vida del hombre, su gran desafío: Alcanzar ese estado interno que nos asimila a la Unidad y a lo infinito y nos muestra la copertenencia de los contrarios –coincidentia opositorum-. Para Blake esto será posible desde la imaginación creadora. No olvidemos que para los románticos la imaginación es esa facultad a través de la cual enhebramos en nuestra conciencia una determinada imagen del mundo, una imago mundi, sin la cual no podríamos ni percibir ni entender. Me refiero a esa imagen o representación que nos hacemos del mundo y que totaliza y contextualiza el mundo que habitamos otorgando un contexto previo a nuestra razón y a nuestra capacidad de discernimiento. La imaginación sería, pues, algo previo a la razón en el engarce de las facultades del alma. De ahí que Blake nos diga “todas las cosas existen en la imaginación humana”…. De la imaginación dependería pues cómo constituimos el perfil general y la textura del mundo que vemos; de la razón el análisis singular de las cosas que vemos en ese mundo que previamente hemos constituido imaginativamente... Sólo tocando nuestra imagen del mundo podemos mover el encaje de las piezas del mundo que habitamos y ascender hacia esa imaginatio dei… No en vano para Blake lo infernal, lo satánico o lo celeste responderán a diversos estados de los que el hombre es capaz. En esos estados quedaran desgranadas las posibilidades de lo humano. Por todo ello el carácter profético de la poesía de Blake al indicarnos las diversas posibilidades de lo humano. El destino del hombre será lo único que le liberará del dolor transportándonos al reino eterno del gozo: “ Ver un mundo en un grano de arena/Y un cielo en una flor silvestre: Toma la infinitud en la palma de tu mano/y la eternidad en una hora”. Parafraseando a Blake sólo desde tal exceso el hombre será conducido al palacio de la sabiduría.





[1] Técnicamente Platon habla de la manía platónica para significar cierta salida de sí y su parentesco con el éxtasis. Del origen divino de la manía dependerían las bendiciones de la misma nos dirá Platón. Prefiero traducir mania por ebriedad ya que esta expresión conecta con las tradiciones mediterráneas posteriores y sirve su comprensión. Considerese que la expresión mania, al día de hoy, solo tiene un contenido psicopatológico que distorsiona completamente su sentido originario impidiendo la transmisión de su sentido.
[2] Santo Tomás en su comentario al De Anima tiene una cita muy similar. Sobre las relación cuerpo- alma en la metafísica medieval recomiendo la introducción a los comentarios al De Anima de Santo Tomás -Cuestiones disputadas sobre el alma- de la Editorial Eunsa,
[3] Hen kai pan en griego Uno y todo

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