viernes, 10 de abril de 2020

¿Existe una estética platónica?

Me adentraré en un tema polémico y poliédrico. Por un lado podría decirse que en Platón no hay estética alguna en el sentido en que lo hacen autores perennialistas como Coomaraswamy; y, necesariamente, será así. No olvidemos que la estética es una disciplina moderna que surge al calor de la autocrítica de la propia Ilustración abordada por determinados ilustrados tardíos como Baumgarten o Kant. Por otro lado el esbozo de un Platón racionalista ajeno a cuestiones estéticas y a la belleza resulta completamente delirante por mucho que así haya sido propuesto por autores tan reputados en la Academia moderna como Zeller. 

Como podemos observar en este debate late el sentido que demos a la palabra estética. Estética viene del griego Aisthesis que significa sensación o percepción. En principio, al querer afirmar una perspectiva estética quienes acuñaron tal término querrán valorar la percepción, lo sensible y su experiencia; algo, en principio, dejado de lado por la razón ilustrada. A todo esto, en la modernidad, lo que podríamos entender como reflexión estética terminará entendiéndose desde la reflexión sobre el gusto estético y el arte. Baumgarten, el padre de la estética moderna, la entenderá desde esta atención a lo sensible reconociendo en el conocimiento sensible un modo singular de conocer de segundo grado... Entendida así estaremos ante algo diverso de lo que sería la teoría tradicional de la belleza a partir su significación ontológica. Sin embargo la reinterpretación romántica de la estética, a partir de la atención a una belleza ontológica -la belleza como sello del ser que se brinda en plenitud-, cambia la escena y aúna esa atención a lo sensible con la teoría tradicional de la belleza. Por eso, no será de extrañar que haya autores que retomando la estética la reinterpreten desde la ontología instalándola en una perspectiva afín al pensamiento platónico; incluso desde la metafísica cristiana se ha reinterpretado la estética, tal será el caso de Von Balthasar. En realidad toda reinterpretación de la estética desde la ontología o la metafísica responderá, de un modo o de otro, a una impronta romántica y crítica con la Ilustración. 


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Se ha dicho que todo el pensamiento occidental no deja de ser un conjunto de notas a pie de página del corpus platónico, afirmándolo, matizándolo o desdicíendolo. Más allá del tópico se hace evidente la descomunal relevancia del legado del fundador de la escuela de Atenas a lo largo y ancho de toda la Historia de la cultura occidental. Hasta el punto que en el tema en que nos ocupa, el de la estética, el repaso del legado platónico se hace decisivo; incluso a pesar de que pueda decirse que Platón, si quiera, concibiera una estética. No olvidemos que la estética surge en el contexto de la Ilustración madura a partir de la reflexión de ilustrados como Kant,  Baumgarten o Schiller. Todos ellos pretenderán el esbozo de una estética entendida como disciplina autónoma radicada en la atención a la experiencia y al gusto estético; eso si dejando de lado los peajes y las proyecciones inherentes a la religión y la metafísica. Con esta atención al tema del gusto y a la experiencia sensorial se trataba de dotar al pensamiento ilustrado de una reflexión sobre lo humano que atendiera a su propia complejidad y amplitud. 

Atender al legado platónico y a su contraposición con la estética delimita el contexto a partir del cual surge esta disciplina y, también, las recurrentes nostalgias existentes respecto de estéticas de corte ontológico que transciendan, en lo contemplativo, la cuestión del mero gusto estético. No olvidemos que para Platón la reflexión estética queda, de suyo, incorporada al contexto general de su reflexión metafísica y ontológica (por eso no hay una estética autónoma). Y, precisamente por eso, será por lo que Platón carezca de un pensamiento estético en el sentido moderno del término. Por lo demás sus reflexiones estéticas quedaran encuadradas en las reflexiones que el ateniense haga respecto de la música, la poesía y el arte figurativo; todos serán considerados como variedades de tejne –técnicas productivas-. Para referirse a las mismas Platón empleará la palabra poiesis[1] –fabricar, producir, generar; en sus propias palabras “traer algo al ser desde el no ser”[2]. En “La República” el ateniense diferenciará entre una poiesis de fabricación de artefactos y la mymesis como producción de representaciones[3]; la cual agruparía a la poesía, la música, la danza y demás artes. Respecto de las artes la cuestión será si la composición de la mymesis debe resultar fidedigna respecto del modelo que representa y no ilusoria o fantasmal.

Hay quien ha interpretado el hecho de que no podamos hablar de una estética platónica –en concreto Eduard Zeller- como un desinterés manifiesto por parte de Platón respecto de las cuestiones estéticas. Sin embargo basta con asomarse a la obra platónica para advertir, como bien nos indica Wladyslaw Tatarkiewicz[4], la importancia en su obra de debates  y reflexiones que, al día de hoy consideraríamos como reflexiones estéticas. Platón no aborda la elaboración de una estética sistemática y autónoma, ni entiende las artes como lo haría un moderno; ahora bien preocupaciones intelectuales que hoy consideraríamos como estéticas están perfectamente atendidas y enhebradas en el sentido general de su reflexión filosófica. Además el propio Platón, como nos advierte Frederick Copleston[5], está muy lejos de ser alguien insensible a la capacidad de fascinación del arte, a la belleza que puede revelar y a su poderoso poder sobre las almas. Platón tampoco será insensible a la belleza de los cuerpos ni tampoco a la belleza natural[6] del mundo[7] y sus formas. ¿Cabe hablar pues de reflexión estética platónica?…

Creo pertinente hablar en tales términos, ahora bien, en un sentido laxo y, en todo caso, como modo de reconocer determinadas cuestiones efectivamente tratadas en el discurso platónico. Se trataría más que de una estética de una reflexión de contenidos estéticos más allá (o más acá) de la estética contemporánea. Me remito a lo dicho por Tatarkowsky y a la importancia de dejar de lado el error de Zeller. Por eso considero pertinente referirme, un poco intempestivamente, a la reflexión estética platónica. Entiendo que lo dicho supone dirigir a Platón una mirada al tanto de determinados debates contemporáneos y desde la ponderación de la reflexión estética contemporánea pero desde esa impronta románica que se distancia de la modernidad ilustrada.

Como contexto general de todas las reflexiones platónicas de carácter estético habrá que tener en cuenta que, para un griego de la época, la belleza no solo se limitaba  a la belleza de formas y colores sino a todo lo que fuera digno de admiración, de maravilla y de gusto; lo que incluirá referencias de orden sapiencial, políticas o éticas. Atendiendo a este sentido amplio de la idea de belleza habrá que considerar que la reflexión estética platónica implicará no solo valores estéticos sino también valores morales, políticos y prioridades cognoscitivas. Esta manera amplia de entender la belleza habrá que tenerla siempre a la vista para entender la reflexión estética de Platón y sus vínculos con la trama general de su pensamiento.



[1] En este mismo diálogo Platón reseñará como si bien poiesis quedaba referido a toda técnica productiva  en el lenguaje cotidiano primaba referirla a la poesía y a la música.
[2]El Banquete 205c
[3] La república 601d; En la misma línea El sofista 219a
[4] Wladyslaw Tatarkiewicz. Historia de las ideas estéticas I. Ed Akal, pg, 119
[5] Frederick Copleston. Historia de la Filosofía, vol I. Ed Akal, pg. 219
[6] De hecho la tradición renacentista del locus amoneus tendrá su precedente más antiguo en el Fedro 230b  y en Las Leyes 625b, ese lugar natural amable y placentero en el que reflexionar y deleitarse.
[7] Timeo 27

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