Dada la confusión existente y lo caótico de muchos de los entornos que ofrecen la posibilidad de una ingesta de ayahuasca rescato este texto del antiguo Phantastikablog. Conviene advertir sobre los delirios que puede uno llegar a encontrarse en ciertos entornos dada la actual "moda ayahuasquera"...
Como sabemos cada día es más fácil asistir a una toma de ayahuasca. Muchas de esas tomas son poco más que estafas new age en las que los asistentes quedan expuestos a los riesgos derivados de un mal diseño de toma y del ambiente que se genera. En su día, a cierto foro, envíe un mensaje en el que invitaba a una serie de reflexiones que facilitaran la identificación del “típico iluminado ayahuasquero” con sus malas praxis y sus estafas. Con ciertas variaciones he rescatado este mensaje. En él figuran una serie de cuestiones a valorar si es que se nos brinda la posibilidad de asistir a una sesión de ayahuasca. Estas son una serie de indicaciones que, si algo buscan, es invitar a la reflexión y proponer herramientas críticas sobre asuntos diversos. Los experimentos con gaseosa. Respetemos nuestra propia conciencia sabiendo donde nos metemos. De entrada considérese algo. ¿Recuerda el lector esas recomendaciones para tomar sustancias y plantas visionarias, sobre el set y el setting, que tanta difusión tuvieron en la época de la contracultura?... Se centraban, básicamente, en la atención al momento que cada cual estuviera atravesando (aconsejando o desaconsejando la ingesta), al entorno, al contexto de experiencia y a las compañías con quienes íbamos a compartir la velada. Bien, muchos de los entornos que, hoy en día, ofrecen ayahuasca incumplen clamorosa y sistemáticamente estas recomendaciones.
Como sabemos cada día es más fácil asistir a una toma de ayahuasca. Muchas de esas tomas son poco más que estafas new age en las que los asistentes quedan expuestos a los riesgos derivados de un mal diseño de toma y del ambiente que se genera. En su día, a cierto foro, envíe un mensaje en el que invitaba a una serie de reflexiones que facilitaran la identificación del “típico iluminado ayahuasquero” con sus malas praxis y sus estafas. Con ciertas variaciones he rescatado este mensaje. En él figuran una serie de cuestiones a valorar si es que se nos brinda la posibilidad de asistir a una sesión de ayahuasca. Estas son una serie de indicaciones que, si algo buscan, es invitar a la reflexión y proponer herramientas críticas sobre asuntos diversos. Los experimentos con gaseosa. Respetemos nuestra propia conciencia sabiendo donde nos metemos. De entrada considérese algo. ¿Recuerda el lector esas recomendaciones para tomar sustancias y plantas visionarias, sobre el set y el setting, que tanta difusión tuvieron en la época de la contracultura?... Se centraban, básicamente, en la atención al momento que cada cual estuviera atravesando (aconsejando o desaconsejando la ingesta), al entorno, al contexto de experiencia y a las compañías con quienes íbamos a compartir la velada. Bien, muchos de los entornos que, hoy en día, ofrecen ayahuasca incumplen clamorosa y sistemáticamente estas recomendaciones.
1.- ¿Me venden la ayahuasca como una panacea?. Si nos presentan la ayahuasca como una panacea o desde un proselitismo efervescente lo mejor será poner en suspenso toda confianza. ¿Qué es presentar la ayahuasca como una panacea?. Presentarla como una especie de “curalotodo” que todo favorece y que a todo el mundo le viene bien para superar múltiples asuntos y problemáticas personales. ¿A qué me refiero con un proselitismo?. Me refiero al hecho de que se anime a la gente a tomar ayahuasca con cierto énfasis. Como se hace obvio esta disposición milagrera dejará de lado que para tomar ayahuasca sea necesario aplicar cautela, protocolo o formalidad alguna… El proselitista nos ofrece una gran solución. Algo maravilloso, algo “para todos”... Ese “algo” consistirá en la ingesta de un brebaje visionario y en el ulterior estado de trance. Consideremos que lo que se ofrece desde esa mentalidad iluminada es una solución -por fin la solución- a nuestras angustias y problemas personales. Tal trance todo lo curaría y, en sí mismo, tendría un efecto sanador… Independientemente de qué suceda en ese trance, de cómo se viva o de a qué influencias quede la persona abierta...
Tenedlo claro, este planteamiento es un completo dislate. Los posibles beneficios de vivir un estado de trance inducido por ayahuasca, además del “saber hacer” de quien plantea la ingesta, requerirán de un intenso trabajo. La ayahuasca no es para todo el mundo, ni vale para cualquier cosa, ni ayuda a superar cualquier situación. Es cierto que, durante la experiencia, pueden brindarse ciertas intuiciones y ciertas tomas de conciencia, “ver” ciertas cosas, vivir y sentir determinadas emergencias de sentido que diría Stanislav Grof… Con todo, la ingesta de ayahuasca nada soluciona sin la responsabilidad y la propia coherencia y compromiso de quien la toma. No basta con tomar el brebaje y entregarse, pasivamente, a una psicoactividad sanadora que todo lo cura o, en su variante espiritista, a algún numen o espíritu sanador. Se trata de otra cosa que, si algo requiere, es de la propia actitud disposición y de un determinado “saber hacer”[1].
2.- El contexto de experiencia y de integración. Ya he indicado que los beneficios que pueda inducir una toma de ayahuasca dependerán de un determinado “saber hacer” y no de milagrerismo alguno. Tal “saber hacer” deberá dar cuenta de la organización de la toma y, también, de la integración de la experiencia en el día a día. De ahí que, un entorno ayahuasquero serio, deba centrarse tanto en ofrecer unas condiciones idóneas de experiencia como en saber apuntar a la integración de la misma. El contexto y condiciones de la experiencia dependerán del diseño y del modo en que la ceremonia queda concebida. Ese diseño condicionará a qué pueda quedar abierto el experimentador durante el estado de trance. Esto será algo decisivo. El entorno deberá saber acoger el estado de trance del mejor modo posible. La ingesta de la ayahuasca exigirá de contextos precisos.
La llamada integración de la experiencia visionaria aludirá al proceso ulterior de asimilación de la experiencia a partir del compromiso personal con lo visto y sentido. De la coherencia con lo intuido, y de su elaboración en la más absoluta sobriedad y cotidianidad, dependerán sus potenciales beneficios. No se trataría pues simplemente de acumular “experiencias” ni de ingerir e ingerir ayahuasca enganchándose a ciertos estados de intensidad.
Como se hace evidente con integración no me refiero a la típica rueda de integración final en la que la gente verbaliza las experiencias que ha tenido y comparte sentires e impresiones (algo acaso necesario pero por si solo muy limitado). Me refiero a algo más amplio. A la integración de esos efectos en el día a día y en el largo plazo.
3.- Sobre los contextos de integración. Como he dicho quien organiza una sesión de ayahuasca debería saber servir pautas que apunten a su integración en el día a día. ¿Cómo?. Siendo capaz de indicarnos posibles cauces o entornos que faciliten la integración, a medio y largo plazo, de la experiencia. Ciertos procesos pueden exigir la elaboración terapéutica de las emergencias de sentido y de las tomas de conciencia que puedan acontecer. En este sentido toda terapia deberá saber dar protagonismo a la propia palabra y a la re-elaboración de la propia narrativa personal a partir de esas tomas de conciencia. Considérese que muchas de esas emergencias de sentido consistirán en cambios importantes de perspectiva respecto de la propia existencia.
En relación a este trabajo terapeútico me alejaría completamente de los ambientes y pseudo-terapias new age administrados por gentes sin capacitación, competencia o titulación suficiente. Se trataría de acceder a entornos terapeúticos sobrios, metódicos y solventes. El terapeuta deberá haber recibido una formación sistemática y rigurosa en una escuela de psicoterapia identificable que nosotros, como clientes, podamos reconocer, enjuiciar y ponderar. Un matiz sobre el sentido de la palabra terapia. Etimológicamente terapia –therapein- es el llamado “cuidado de si” de la tradición clásica. Lo terapeútico, de cara a la elaboración de una experiencia ayahuasquera, debiera saber abrirse a esta perspectiva de indagación, desarrollo y afinamiento personal; en realidad toda una aventura de descubrimiento intimo. Entender lo terapeútico desde la perspectiva de la más estricta psicología clínica o desde las categorías psicopatológicas de los manuales al uso no nos servirá de mucho.
Con todo, ¿puede la psicología contemporánea dar cuenta del therapein de la tradición clásica?. Recordemos que ese “cuidado de sí” integral de los clásicos buscaba promover la plenitud de lo humano en la propia arete, excelencia y virtud, y en la integración y equilibrio de la vida anímica. Esta therapein, es cierto, desborda completamente la perspectiva propia de la psicología contemporánea y de la psicología clínica. Ahora bien, saber reconocer desde el contexto psicoterapeútico la esfera propia de la therapein será algo decisivo.
Más allá de esta perspectiva terapéutica, los horizontes que puede abrir el trance con ayahuasca desbordarán la esfera de lo puramente anímico. A cada cual corresponderá desgranar tales veredas. En este sentido no será raro que haya quien vea nacer o madurar determinadas inquietudes espirituales. Ernst Jünger, sin ir más lejos, verá en esta posibilidad de apertura espiritual la funcionalidad más evidente de las sustancias visionarias en una sociedad como la nuestra, completamente refractaria y hostil a reconocer tales procesos. Si estas inquietudes prenden en la persona solo cabe apelar a la propia responsabilidad y al compromiso con la propia formación. Esta nos permitirá reconocer las diversas tradiciones espirituales y la coherencia y solvencia de los entornos que nos podamos encontrar. Así sabremos acercarnos a entornos espirituales, nítidamente reconocibles y valorables, desde la propia tradición a la que pertenecen y no a los delirantes gazpachos new age que, precisamente por mezclarlo todo, ni atienden a patrón establecido alguno ni se adentraran en senda alguna.
Como podemos observar, los hipotéticos beneficios de tomar ayahuasca exigirán de una disposición, básicamente, activa. En modo alguno se tratara de atravesar la experiencia de trance pasiva e inconscientemente. Durante la experiencia, el experimentador deberá saber promover la propia atención y la más absoluta receptividad respecto de la experiencia de trance. Para ello tendrá que ser capaz de conjurar una considerable actividad interior. Su finalidad será promover ese estado de atención receptiva al estado de trance. Tal actividad, precisamente desde la atención que promueve, deberá saber atender a nuestros estados internos y nuestra inter-relación con el entorno. Tomar ayahuasca exigirá estar bien despierto y no verse arrasado pasivamente por el trance y por la emergencia convulsa de las diversas alcobas del alma. Considérese que de lo que se tratará es de cultivar la atención y de saber observar.
A esta disposición activa durante el trance habrá que añadir esa coherencia y sintonía ulterior con las visiones, intuiciones y emergencias de sentido que puedan acontecer. Lo reitero, solo desde esta disposición activa los beneficios de una toma de ayahuasca podrán cristalizar y transformar a la persona
4.- Protocolos de asistencia a una sesión: Las pautas y protocolos de acceso a una sesión de ayahuasca serán decisivos. La inexistencia de formalidad o control previo, especialmente si es la primera vez que se toma ayahuasca, constituirá un claro episodio de mala praxis. Las personas neófitas constituyen, para cualquiera que promueva una sesión, un desafío especial. Lo exigible sería, al menos, una entrevista personal. Dicha entrevista deberá concebirse como un control psicológico previo. Su finalidad sería descartar a aquellas personas problemáticas o que tengan desequilibrios de cierto calado. Además de este control psicológico previo las personas nuevas o neófitas deberían recibir algún género de atención u orientación especializada antes de la sesión o ceremonia.
La asistencia a las tomas de gente con psicopatologías de importancia, especialmente si se toman psicofármacos, debe quedar completamente excluida. La ayahuasca, con carácter general, no debiera considerarse una herramienta de psicología clínica. Su uso tiene sus riesgos y sus posibles beneficios exigen de buenas dosis de equilibrio personal.
Con todo, no solo habrá que atender a los riesgos derivados de que una persona, con ciertos umbrales de desequilibrio, tome ayahuasca. En el caso de ingestas de ayahuasca grupales habrá que considerar, desde el punto de vista del grupo, las posibles turbaciones y los estados de desestructuración que pueda atravesar una persona psicológicamente no preparada. Estos puedan llegar a afectar y condicionar, intensamente, la experiencia de otros asistentes. Bajo los efectos de la ayahuasca quedamos muy expuestos. Nos colocamos en una situación de alta receptividad y sensibilidad a todo lo que nos rodea. El diseño de un ambiente que ampare y facilite profundizar en el propio trance deberá ser el objetivo prioritario. Así las cosas, todo contexto de ingesta deberá saber preservar la seguridad e integridad de quien toma ayahuasca, evitándose las perturbaciones e interferencias externas que mediaticen o enajenen la experiencia de los presentes. Esto excluirá la asistencia de personas que puedan desestabilizar gravemente, a partir de su propia desestructuración, el entorno en que se encuentran. Evidentemente, todo el mundo puede tener un mal momento y será deber de quienes lo acompañen saber acogerle y estar a su lado. Otra cosa bien distinta será saturar una sesión de personas con desequilibrios de cierta entidad, en su propio perjuicio y en el de los demás.
Sobre este tema hay que ser muy claro. Es cierto que las sustancias visionarias pueden abismar al experimentador a pasajes de caos y disociación en la crisis de nuestras propias pautas de representación. Habitar, atender y sabe mirar a los ojos a tal pasaje será muy relevante en el propio proceso de trance. Precisamente a partir de ahí podrán brindarse emergencias de sentido y nuevos equilibrios. Ahora bien, una cosa será apreciar la crisis de lo que concebíamos como nuestra identidad y otra, bien distinta, apelar al caos como excusa que quiere disimular un pésimo contexto de experiencia. El caos resultante de una pésima manera de organizar una toma solo aportará descalabros.
5.-Publicidad de las sesiones. Si observamos que las sesiones se publicitan o difunden de manera expresa, bien como publicidad o bien en emailing de gran tirada, deberíamos desconfiar y mucho. Estas estrategias comerciales sólo revelan el primado de lo económico –“hacer caja”- a la hora de organizar el evento que se propone. Quien así actúa busca la cantidad de asistentes –la caja- y no la calidad del trabajo que se va a realizar. Lo prioritario será ganar dinero. Por eso no se pondrán condiciones especiales de asistencia ya que así se complicaría la afluencia de público. De lo que se tratará será de facilitar esa asistencia y, por supuesto, de “hacer caja”: Ayahuasca para todos.
Esta disposición pondrá de manifestó la irrealidad, el autismo y la autorreferencialidad en la que se instala quien así actúa. Como se hace bastante obvio –excepto para algunos- estamos en un tipo de sociedad que no comprende este tipo de experiencias. Una sociedad bien dispuesta a intervenir punitivamente en ciertos ambientes en la medida en que estos queden visualizados más allá de cierto umbral. Quien hace esa publicidad, no solo sublima su propio mesianismo, sino que anima a esa intervención punitiva, sobre sí y sobre otros. No advertir estos riesgos es la perfecta prueba de estar completamente fuera de la realidad. Esta, si exige algo, es discreción y prudencia, salirse de los circuitos mediáticos y centrarse en la investigación y en un trabajo discreto.
Sobre este tema me viene a la cabeza “El arte de la guerra” de Sun Tzu. Exponerse toscamente a un choque, en este caso con la crítica social y mediática o con los poderes públicos, no es gallardía ni valentía. El guerrero no se expone a conflictos innecesarios. Para Sun Tzu el guerrero no es alguien que, descerebradamente, se presta al choque sino un estratega que usa la cabeza y que elige el cuándo, el dónde y el cómo de la pugna. Cualquier persona, que investiga o estudia los efectos de las sustancias visionarias, queda colocado en un margen y en cierta pugna con la corrección política. En esa pugna de lo que se tratará es de tener la cabeza sobre los hombros y los pies sobre el suelo. El reconocimiento de un espacio para el uso de estas sustancias no es cuestión de poco tiempo sino el fruto maduro de mucha investigación y discreción. En el fondo, ciertas actitudes, solo esconden huidas hacia adelante y modos de desconexión que, si a algo se refieren, es a la persona que las actúa.
6.- Organización de la toma. Todo lo dicho nos conduce a la gran importancia de tomar ayahuasca en ambientes bien organizados y con unas reglas del juego bien definidas. Así evitaremos más perturbaciones de las estrictamente necesarias. Desconfíe a extremos de los ambientes que no dejan claras ciertas normas en relación a la toma y, especialmente, de los que inviten a expresarse sin límites durante la misma. Considere que si a algo debe respeto y algo debe de cuidar es su propia conciencia y su propia vida anímica. Recuerde que durante ese trance va a atravesar un estado de enorme sensibilidad y que quedará especialmente expuesto a todo lo que suceda a su alrededor. De ahí la relevancia de un espacio reglado y formalizado capaz de brindar una experiencia segura a los asistentes. Tomar ayahuasca en grupo exige un pacto previo de fidelidad, de reconocimiento y, por qué no decirlo, de Amor entre todos los asistentes. Por esto todos, en la medida de sus posibilidades, deberán colaborar a que el grupo funcione bien y pueda amparar, sostener y favorecer las experiencias que cada cual esté teniendo sin interferencias gravosas o gratuitas. Quien no sepa –o no quiera- asumir este pacto de responsabilidad, sencillamente, deberá quedar excluido de la sesión. En relación a este tema hay que tener bien claro que una cosa es tomar ayahuasca y otra bien distinta una psicoterapia de grupo o una terapia emocional en la que se desaguan o expresan tensiones.
Otro tema a considerar será la existencia o inexistencia de complicidades previas entre los asistentes. Estas podrán condicionar –y mucho- las posibilidades de experiencia. Tales complicidades habrá que saber promoverlas con carácter previo trabajando ciertas técnicas de dinámica de grupos –considérese que esto, de entrada, excluye los grupos muy numerosos-.
Sobre la composición del grupo añadir que la existencia de un círculo de “personas con experiencia” alrededor de quien organiza la sesión será algo de muy buena nota. La existencia de ese círculo será importante de cara al ambiente que se genera en la toma. Un alto número de participantes veteranos dará una gran solidez y consistencia al entorno de experiencia. Al tiempo estos veteranos, simplemente con estar y desenvolverse, servirán de perfecto espejo al neófito sobre las disposiciones básicas a través de las que se debe afrontar la experiencia.
7.- La cuestión del diseño. Las formalidades y protocolos de la velada enhebraran un cierto diseño de toma que ordena el espacio y el tiempo de la velada. Tal diseño condicionará y cualificará la experiencia del experimentador. La etimología de diseño resulta especialmente interesante. Diseño viene del latín de-signare que significa “simbolizar”, “expresar” o ser “ser dicho”. Efectivamente, de la forma y figura de la sesión, de sus códigos simbólicos y de los tiempos que se marquen, de su estilo y diseño dependerá a qué quede abierto el experimentador. La finalidad de un diseño apropiado será amparar y facilitar el proceso interior de cada cual. Lo que supondrá atender especialmente a las tomas de conciencia o donaciones de sentido que pudieran producirse, por muy abruptas que estas sean. Este proceso se nos hará reconocible desde las ideas griegas de catarsis y anagnórisis; ideas, por lo demás, muy vinculados al teatro ritual griego. La catarsis y la anagnorisis son ideas que se encuentran íntimamente ligadas Ambas nos sugieren una determinada pauta de evolución para la vida del alma. La catarsis no es pegar gritos o, simplemente, desaguar tensiones. Por catarsis los griegos entendían el re-equilibrio o refinamiento de la vida anímica alma inducido por una determinada toma de conciencia o anagnórisis.
Sin un diseño adecuado los asistentes carecerán de lo que debiera contener, orientar y servir de marco a una experiencia de estas características. Apelo a la etimología de diseño. De lo que se tratará será de brindar un marco de toma que, significando y nombrando lo humano, facilite cierto proceso. Un marco de toma que nos nombre en nuestro ser íntimo y nos abra a ciertas resonancias e influencias... Como se hace evidente abrir un espacio así no estará al alcance de cualquiera y, acaso, nos desborde en el núcleo mismo de nuestra cultura y mentalidad.
Los diseños podrán ser variados. No aportará la misma cualidad de experiencia que el diseño de toma se decante por trabajar el silencio o por significar la experiencia -según medida- desde la música, el canto, la percusión o la salmodia. Las influencias a las que quede abierto el experimentador serán completamente diferentes según se ordene el espacio de toma y sus ritmos. La cuestión del cuerpo será muy relevante. La atención a la propia figura corporal o al cuerpo en movimiento –danza-, si es que el diseño la incluyera, modularán completamente la experiencia. Esa atención al cuerpo incluirá la atención a la propia respiración. De hecho cuerpo y respiración serán los cimientos de nuestra capacidad de atención. El lugar en el que se realiza la toma o el carácter diurno o nocturno de la misma también serán hechos relevantes… Toda esta complejidad nos introduce a la cuestión de lo ritual y a su enorme transcendencia de cara a qué influencias quedamos abiertos durante el estado de trance.
Finalmente, algo de enorme relevancia íntima y antropológica. En el trance ayahuasquero las viejas cuestiones del espíritu quedaran conjuradas como potencias del hombre que se brindan en su mismo núcleo. Consideremos que toda referencia iniciática encontrará su base en la plenitud de ser y la plenitud cognoscitiva del hombre. Un diseño ritual bien hilvanado deberá saber reconocer y acoger esa esfera de experiencia y una determinada apertura de orden espiritual.
La resultante de la experiencia de trance dependerá de a qué quede abierto el experimentador en confluencia con el propio bagaje personal. La propia capacidad de vida y el propio espíritu será pues lo que esté en juego. El genio del encuentro entre el hombre y este brebaje vegetal podrá ofrecer diversas caras, diversos aires; todas ellos retrataran al hombre al tiempo que revelaran un enigmático vínculo de botánica fantástica entre la vida del hombre y la vida vegetal. Todo lo vivo, todo lo real, remite a una trama unitaria que se expresa; y la vida no es más que creatividad y espíritu que se expresa; y la materia crisol de formas.
7.-La transferencia. Una transferencia con el guía de la experiencia, en exceso cargada a lo gurú, será algo muy poco recomendable. El perfil de quien organiza una velada, básicamente su carisma y su saber hacer durante la sesión, será, efectivamente, algo muy importante. Quien organiza una experiencia de estas características deberá saber marcar ritmos, contener tensiones y facilitar escenarios que favorezcan el viaje del alma. Para ello el canto y la música –o el silencio- serán fundamentales. Con todo, conviene –ya lo he indicado- no olvidar la sinergia del grupo como contenedor de la experiencia y como condicionante. Personalmente desconfiaría de todo verticalismo excesivo, antinatural o reverencial, especialmente si hace pivotarlo todo –saber hacer y seguridad incluida- exclusivamente sobre el carisma y la presencia del gurú.
De cara al guía será muy importante que se conozcan, sin ambigüedades y con total claridad, los entornos de formación y capacitación por los que ha pasado y, sobre todo, quién le ha reconocido en su capacidad de organizar sesiones. Haber sido reconocido por entornos capaces y formados en el uso de la ayahuasca–y no revelación o fantasía espiritista alguna- será lo que, en principio, nos acredite dicha capacidad. De ahí, el valor de las tradiciones ayahuasqueras en tanto contextos capaces del manejo de la ayahuasca. Más allá de las diferencias culturales su aval será la transmisión de ese “saber hacer”. Sin la transmisión de saberes y sin el proceso personal que supone ese reconocimiento nadie debería plantearse organizar evento ayahuasquero alguno.
8.- La cuestión espiritista. Las interpretaciones espiritistas de la experiencia, tan supersticiosas como arbitrarias, retratan a la perfección una sensibilidad moderna arrasada por lo que a las cuestiones del espíritu se refiere. Estas interpretaciones espiritistas son totalmente desestructurantes del lenguaje pan-animista, pan-pneumático y pan-espiritual de las culturas chamánicas y de otros entornos tradicionales. Consideremos que, en un contexto chamánico, las referencias a los espíritus de los animales o de las plantas –también a los buenos o malos espíritus- expresan e indican una trama vertebrada y unitaria que acoge todo lo real a muy diversos niveles. De tal modo que las referencias a los espíritus den cuenta de la urdimbre y engranado de la vida, de sus encajes, de sus leyes, de sus vínculos y de su funcionamiento en tanto totalidad orgánica que se enhebra desde afinidades y tensiones. Tal trama delineará una concepción del mundo específica, una imago mundi, que dé cuenta de la estructura de la vida. De la misma dependerá la concepción que se tenga del hombre y de su posición en el mundo: en realidad esas referencias a los espíritus serán una clave mediante la cual interpretar el orden discreto del cosmos así como el lugar que cada hombre ocupa. Muy lejos de esto, la sensibilidad espiritista, se limitará a quedar deslumbrada y fascinada por ciertas fenomenologías y a delirar en relación a dicha fascinación.
Las influencias espiritistas , tan vigentes en algunos países, podrán enredar mucho el imaginario de quienes se acerquen a un evento de estas características. Sobre este asunto considérese que, toda perspectiva iniciática o de trabajo espiritual, centra su atención en el propio proceso de integración y de apertura del alma y en la gnosis espiritual que surge del mismo. En virtud de ese conocer se accederá a la trama discreta del mundo y a esa esfera, en principio oculta, que da cuenta del orden de la vida. Las fenómenos espiritistas y los “enganches” a cierto género de experiencias nadan tendrán que ver con esto. Por otro lado el deslumbramiento ante cierto género de experiencias o el significarlas desde un lenguaje espiritista, en realidad, lo que servirá son todo tipo de supersticiones y proyecciones psíquicas arbitrarias ajenas a cualquier esfera de sentido. Nunca se insistirá lo suficiente en la crítica del espiritismo.
[1] Lo que afirmo lo hago, sin perjuicio, de la consideración de la ayahuasca como medicina del alma. Efectivamente, es una medicina del alma y así lo entienden las tradiciones chamánicas. Ahora bien, debe ser usada con maestría y descartando ciertos riesgos.
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