lunes, 3 de marzo de 2025

Stanley Kubrick y la imaginación creadora

 


La imaginacion creadora y los diversos estratos del alma como correlato de los estados del ser. La obra de Stanley Kubrick como introducción a la imaginación creadora. El cine como gran referente contemporáneo de la creatividad inherente a todo mirar. Un preámbulo.





Comencemos con un excursusVarias son las películas de Kubrick que dan testimonio de su especial atención a la creatividad y a las potencias cognoscitivas del imaginario. Maticemos que atiendo a un sentido de la palabra imaginación distante del uso corriente que le adjudica la cultura dominante. Al aludir al imaginario, convocando su sentido tradicional -piénsese en la phantasia kataleptike de los estoicos o en el conocimiento a través de imágenes que plantea Aristóteles- aludo al modo de conocer y percibir inherente a una determinada imagen del mundo de la que no se puede prescindir. En tal medida la facultad imaginativa de la vida anímica, lejos de quedar confrontada con la racionalidad, será condición constituyente del percibir humano. De tal suerte que según imagines y veas, podríamos decir, así vives y conoces. O, acaso, según acojas el mundo éste te devolverá tu mirar en el conocer de un mundo que será todo menos ajeno. En resumen, percepción y pensamiento no serían sino el sello del carácter creador y creativo del conocer humano y de la reciprocidad existente entre lo exterior y lo interior… Ni que decir tiene que lo más común será que el operar y la trama de esa imago mundi, constitutiva tanto de la identidad como del mundo que se reconoce, sea completamente inconsciente. Nociones como la de episteme de Michel Foucault o la de paradigma de Thomas S. Kühn estarían muy en relación con todo lo dicho aunque, en realidad, a la base de todo lo afirmado estará la perspectiva griega del alma atendiendo a sus diversos estados; capaces o no de activar las potencias del entendimiento.


Lo postulado, se hace evidente, introduce una determinada dosis de evanescencia en toda forma percibida y todo contenido de conciencia al tiempo que añade complejidad a cualquier noción de realidad manejable. Consideremos cómo todo fenómeno no dejaría de ser un símbolo que vendría a expresar un determinado orden de vida y de vivencia al encuentro con un afuera. Tal afuera sería irreductible a toda pretensión de objetivización y cosificación pero, al tiempo, tampoco sería subsumible en el relativismo ni reducible al imaginario. En relación a lo dicho, no puedo dejar de recordar a Aristóteles y su referencia a cómo todo contenido de conciencia tiene algo de fantástico -phantasmata-; lo que, sin embargo, no clausuraría, según este filósofo, la posibilidad de conocimiento o acceso a lo real. De hecho, tan necio sería proponer la existencia de una realidad objetiva al margen de los procesos perceptivos como la liquidación de toda noción de realidad en la prevalencia de la disposición anímica o en un constructuvismo extremo. En definitiva, las veredas de la imaginación creadora siempre apuntarán, de manera muy específica, a las diversas posibilidades de la existencia humana y a las secciones de realidad posible que se expresan a su través. De ahí que el psicocosmos al que se refiriera Ernst Jünger no implique, en modo alguno, el colapso de todo límite, forma, figura, naturaleza o alteridad en lo puramente anímico e imaginativo. Hay algo ahí fuera. Volvamos a Kubrick tras este sintético excursus sobre la imaginación creadora y las facultades imaginativas del alma.

En varias de las películas de este director las posibilidades del imaginar y del percibir humano son el ámbito privilegiado de la reflexión visual propuesta. Por eso, no debe extrañarnos el hecho de que en dos de las mismas –“2001” y “Eyes wide shut”- la creatividad imaginativa y perceptiva humana encuentre una fuente de dinamización muy concreto. En otro de sus filmes, en concreto en “El resplandor”, Kubrick se adentrará también en la exploración de la creatividad, a veces maleva, de la psique humana. En esta última el aislamiento será el dinamizador del emerger de ciertas posibilidades inconscientes y de ciertos terrores.


Estas tres películas de Kubrick pueden apreciarse como un perfecto tratado que estudia las potencias, límites y extravíos de la llamada imaginación creadora a través de disposiciones y pulsiones tan propias de lo humano como el miedo, la sexualidad o la capacidad de sentido y transcendencia. En dos de las mismas las alusiones veladas o directas a las sustancias psicoactivas o a la cultura generada a su encuentro son una referencia de relieve. No deja de ser revelador que Kubrick apele en estas tres películas a la relevancia de determinados aconteceres extraordinarios que dinamizan y hacen emerger toda esa capacidad creadora del psiquismo. Una capacidad que, no hay que olvidarlo, se traduce para Kubrick en el acceso a texturas de realidad, vida y experiencia completamente diferentes. Desde la locura fatal servida por el aislamiento inundandolo todo del “El resplandor” a la experiencia visionaria, de resonancias de viaje con LSD, de “2001” indicando una cifra de metanoia y expansión de conciencia. Paralelamente, en “Eyes wide shutKubrick, nos ofrecerá un pasaje bizarro sutilmente alterado por la marihuana jugando malas pasadas al psiquismo. El alma y su creatividad no poca veces maleva. En realidad, no cabría hablar de un mundo o de una experiencia del mismo al margen del propio psiquismo humano y de su creatividad...

Lo dicho liquida uno de los mayores ensueños del mundo moderno: La pretensión de objetividad arrojando al cajón oscuro de la subjetividad todo aquello de lo que se desentiende de su propia perspectiva y de su mirar, imaginario incluido.

Kubrick se interesará, especialmente, por esos momentos en que la cotidianidad perceptiva y anímica se ve violentada en el aparecer de posibilidades latentes de vida y conciencia que son detonadas por ese acontecimiento extraordinario. De ahí, la alusión a la marihuana en “Eyes Wide Shut” como gran detonante no ya de una crisis matrimonial sino de una excursión en toda regla por las alcobas de la sexualidad, de la identidad y de las sincronicidades que desgrana la copertenencia existente entre mundo exterior y fuero interno. O también su recurso en “2001” al formato de experiencia visionaria y a la irrupción del Misterio para mostrar el sentido transcendente de la vida y la finalidad del hombre. Acaso a las películas mencionadas habría que añadir “La naranja mecánica” en tanto reflexión sobre esa ultraviolencia, más allá de toda violencia, que impone el control de las facultades imaginativas del hombre con la finalidad de darle el formato deseado. Como se hará evidente no me refiero a la violencia desplegada por deugos y admiradores de Ludwig Van sino más bien a las posibilidades abiertas desde una sociedad de control que se nos presenta como benéfica... A todas estas películas y a todos estos temas dedicaré sendas entradas en el blog. De momento y preliminarmente baste con apuntar el sinfónico tratado de las posibilidades de la vida anímica que, en estas películas, nos presenta Kubrick atendiendo a esos aspectos centrales de la misma como son el sexo, el miedo, el control y la transcendencia. El viejo tema del héroe y el problema de la identidad violentada surgirá en la mirada de este director.

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