La imaginacion creadora y los diversos estratos del alma como correlato de los estados del ser. La obra de Stanley Kubrick como introducción a la imaginación creadora. El cine como gran referente contemporáneo de la creatividad inherente a todo mirar. Un preámbulo.
Comencemos con un excursus… Varias son las películas de Kubrick que dan testimonio de
su especial atención a la creatividad y a las potencias cognoscitivas del
imaginario. Maticemos que atiendo a un sentido de la palabra imaginación
distante del uso corriente que le adjudica la cultura dominante. Al aludir al
imaginario, convocando su sentido tradicional -piénsese en la phantasia
kataleptike de los estoicos o en el conocimiento a través de imágenes que
plantea Aristóteles- aludo al modo de conocer y percibir inherente a una
determinada imagen del mundo de la que no se puede prescindir. En tal medida la
facultad imaginativa de la vida anímica, lejos de quedar confrontada con la
racionalidad, será condición constituyente del percibir humano. De tal suerte
que según imagines y veas, podríamos decir, así vives y conoces. O, acaso, según acojas el mundo éste te devolverá tu mirar en el conocer de un mundo que será todo menos ajeno. En resumen, percepción y
pensamiento no serían sino el sello del carácter creador y creativo del conocer
humano y de la reciprocidad existente entre lo exterior y lo interior… Ni que
decir tiene que lo más común será que el operar y la trama de esa imago mundi, constitutiva tanto de la identidad
como del mundo que se reconoce, sea completamente inconsciente. Nociones como
la de episteme de Michel
Foucault o la de paradigma de Thomas S. Kühn estarían muy en
relación con todo lo dicho aunque, en realidad, a la base de todo lo afirmado
estará la perspectiva griega del alma atendiendo a sus diversos estados;
capaces o no de activar las potencias del entendimiento.
Lo postulado, se hace evidente, introduce una determinada dosis de evanescencia
en toda forma percibida y todo contenido de conciencia al tiempo que añade
complejidad a cualquier noción de realidad manejable. Consideremos cómo todo
fenómeno no dejaría de ser un símbolo que vendría a expresar un determinado
orden de vida y de vivencia al encuentro con un afuera. Tal afuera sería
irreductible a toda pretensión de objetivización y cosificación pero, al
tiempo, tampoco sería subsumible en el relativismo ni reducible al imaginario.
En relación a lo dicho, no puedo dejar de recordar a Aristóteles y su
referencia a cómo todo contenido de conciencia tiene algo de fantástico -phantasmata-; lo que, sin embargo, no
clausuraría, según este filósofo, la posibilidad de conocimiento o acceso a lo
real. De hecho, tan necio sería proponer la existencia de una realidad objetiva
al margen de los procesos perceptivos como la liquidación de toda noción de
realidad en la prevalencia de la disposición anímica o en un constructuvismo
extremo. En definitiva, las veredas de la imaginación creadora siempre
apuntarán, de manera muy específica, a las diversas posibilidades de la
existencia humana y a las secciones de realidad posible que se expresan a su
través. De ahí que el psicocosmos al que se refiriera Ernst Jünger no
implique, en modo alguno, el colapso de todo límite, forma, figura, naturaleza
o alteridad en lo puramente anímico e imaginativo. Hay algo ahí fuera. Volvamos
a Kubrick tras este sintético excursus sobre
la imaginación creadora y las facultades imaginativas del alma.
En varias de las películas de este director las posibilidades del
imaginar y del percibir humano son el ámbito privilegiado de la reflexión
visual propuesta. Por eso, no debe extrañarnos el hecho de que en dos de las
mismas –“2001” y “Eyes wide shut”- la creatividad imaginativa y
perceptiva humana encuentre una fuente de dinamización muy concreto. En otro de sus
filmes, en concreto en “El resplandor”, Kubrick se adentrará también en
la exploración de la creatividad, a veces maleva, de la psique humana. En esta
última el aislamiento será el dinamizador del emerger de ciertas posibilidades
inconscientes y de ciertos terrores.
Estas tres películas de Kubrick pueden apreciarse como un perfecto
tratado que estudia las potencias, límites y extravíos de la llamada
imaginación creadora a través de disposiciones y pulsiones tan propias de lo
humano como el miedo, la sexualidad o la capacidad de sentido y transcendencia.
En dos de las mismas las alusiones veladas o directas a las sustancias
psicoactivas o a la cultura generada a su encuentro son una referencia de
relieve. No deja de ser revelador que Kubrick apele en estas tres
películas a la relevancia de determinados aconteceres extraordinarios que dinamizan y hacen emerger toda esa capacidad creadora del psiquismo. Una
capacidad que, no hay que olvidarlo, se traduce para Kubrick en el
acceso a texturas de realidad, vida y experiencia completamente diferentes. Desde
la locura fatal servida por el aislamiento inundandolo todo del “El resplandor” a la experiencia
visionaria, de resonancias de viaje con LSD, de “2001” indicando una cifra de metanoia
y expansión de conciencia. Paralelamente, en “Eyes
wide shut” Kubrick, nos ofrecerá un pasaje bizarro sutilmente alterado por la marihuana jugando malas
pasadas al psiquismo. El alma y su creatividad no poca veces maleva. En realidad, no cabría hablar
de un mundo o de una experiencia del mismo al margen del propio psiquismo
humano y de su creatividad...
Lo dicho liquida uno de los mayores ensueños del
mundo moderno: La pretensión de objetividad arrojando al cajón
oscuro de la subjetividad todo aquello de lo que se desentiende de su propia perspectiva y de su mirar, imaginario incluido.
Kubrick se interesará, especialmente, por esos momentos en que la
cotidianidad perceptiva y anímica se ve violentada en el aparecer de
posibilidades latentes de vida y conciencia que son detonadas por ese acontecimiento extraordinario. De ahí, la alusión a la marihuana en “Eyes
Wide Shut” como gran detonante no ya de una crisis matrimonial sino de una
excursión en toda regla por las alcobas de la sexualidad, de la identidad y de
las sincronicidades que desgrana la copertenencia existente entre mundo
exterior y fuero interno. O también su recurso en “2001” al formato de
experiencia visionaria y a la irrupción del Misterio para mostrar el sentido
transcendente de la vida y la finalidad del hombre. Acaso a las películas
mencionadas habría que añadir “La naranja mecánica” en tanto reflexión sobre
esa ultraviolencia, más allá de toda violencia, que impone el control de las
facultades imaginativas del hombre con la finalidad de darle el formato deseado.
Como se hará evidente no me refiero a la violencia desplegada por deugos y admiradores de Ludwig Van sino más bien a las posibilidades abiertas
desde una sociedad de control que se nos presenta como benéfica... A todas
estas películas y a todos estos temas dedicaré sendas entradas en el blog. De momento y preliminarmente baste con apuntar el sinfónico tratado de las
posibilidades de la vida anímica que, en estas películas, nos presenta Kubrick
atendiendo a esos aspectos centrales de la misma como son el sexo, el miedo, el
control y la transcendencia. El viejo tema del héroe y el problema de la
identidad violentada surgirá en la mirada de este director.
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