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Con esta entrada me asomo a los rastros que nos puedan
hacer más comprensibles las tradiciones y culturas de la physis y su vida en
contacto inmediato con la naturaleza. En concreto ofrezco al visitante del blog
el visionado -en el enlace al final del texto- de “Eyengui, el Dios del sueño”, una magnífica película muy
cercana al género documental. En la misma, los pigmeos nos muestran su mundo,
su sensibilidad, su capacidad de vida, su saber ritual y su arte visionario y
extático. Desconfío del uso tan extensivo de palabras como chaman o chamanismo
aunque reconozco su utilidad para nombrar a esas culturas de la physis(1)que veneran la naturaleza en su creatividad
y en su potencia. En esas tradiciones, los saberes del éxtasis, en sus diversas
variedades, son viático de salud, escena comunitaria y festiva, danza, experiencia
mántica y mistérica, vía abierta a las tramas ocultas del mundo ordinario, teatro mistérico, ritual, terapia, liturgia que se brinda y que instaura, un misterio que en su simbólica abre a determinadas influencias… Como podemos
constatar son diversas las esferas de lo humano que se ven interpeladas.
Consideremos que en nuestra sociedad muchas de esas esferas han quedado ásperamente
desgajadas…
De cara a indagar en estas tradiciones del éxtasis delimitar
lo que vincule y, al tiempo, origine esferas tan diversas será un asunto bien relevante. Tal origen
quedará estrechamente vinculado con el viático vivo que sirve lo simbólico en
su recepción por el alma del hombre. No hablo de meras analogías. Hablo de la
vida del alma que se derrama y rebosa en la atención simple a los símbolos que
se brindan en rituales y relatos. Lo simbólico y lo narrativo será así el
lenguaje privilegiado de estas tradiciones aportando figuras para la
vida del hombre al encuentro de la vida toda y su Misterio; geometrías del
alma que lejos de exigir una simple comprensión racional arraigan en la
receptividad del alma y en su capacidad de atención. En los símbolos el alma reconocerá
su forma, su trama, su viático, su tarea, su horizonte de sentido.
Esta dimensión humana de los símbolos, de relevancia
psicológica y cognoscitiva, quedará transcendida desde una perspectiva
puramente ontológica. Desde la misma lo simbólico dará cuenta de un modo de habitar el mundo, un estado del
ser que se brinda e irrumpe ordenando el cosmos. De la atención simple y la
pura receptividad a las formas simbólicas, de la erótica unitiva inherente a
esa atención, dependerán resonancias en la vida del alma que
la orientaran hacia su propia plenitud. Así, en la misma imaginación del hombre vendría a irrumpir una esfera de Misterio que transcendería lo humano demasiado humano en determinadas donaciones del ser; el ser se da, el ser se brinda, imaginatio vera.
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“Eyengui, el Dios del sueño” es una gozada de
película. Da gusto verla. Expresa ese mundo ancestral en que lo acontecido, muy
rápidamente, no se transforma en historia sino en narración, en cuento, en
fábula y en relato ejemplar. Viendo esta película estamos ante un documento de
excepción sobre el origen y la forja de los mitos, esas narraciones ejemplares
que, según Aristóteles, nos indicarían viáticos y modos de plenitud del ser del
hombre desde determinadas figuras simbólicas. Estas interpelarán las potencias
de lo humano en su mismo núcleo. En “Eyengui, el Dios del sueño” lo acontecido
se transforma en cuento, se comunica oralmente con una clara intencionalidad
pedagógica -o de paideia(2)-
y así pasa a formar parte del bagaje de narraciones de la tribu;
finalmente un mito toma cuerpo. Este bagaje, por cierto, acogerá sus modos de
re-elaboración y sus diversas variantes sobre un mismo tema; a pie de obra, a
la medida de cada piel y de contextos diversos. Como se puede constatar el
relato mítico no trata de dar cuenta de historicidad alguna ni tampoco
pretender fijar ninguna dogmática. Tratará más bien de indicar un orden de ser,
un mundo que se habita, una vía abierta a la plenitud del hombre, una capacidad
de encuentro con el dolor…
Como vemos esta película es todo un botón de muestra
de cómo opera el pensamiento narrativo y los mitos; la creatividad y la
imaginación al encuentro de las necesidades con las que queda confrontado el
hombre, el brindarse de un viático que acerca a la plenitud de lo humano, al
encuentro del hombre con la vida y con ese Misterio -ya lo decíamos en el parágrafo anterior- que empapa la vida toda... La
finalidad del pensamiento mítico es transmitir un legado sapiencial que
instaura una textura de ser y un modo de habitar el mundo. En ese legado se ofrecen
perfiles de aquilatamiento del carácter y de integración de la vida anímica; un
“saber vivir” y una paideia. De la
vida del hombre al encuentro de la vida toda y del propio cosmos es de lo que
nos hablan los mitos.
(3)
La película nos introduce a un hecho real que le
sucedió a una tribu de pigmeos baka asediados por las madereras y los
trabajadores a sueldo de estas madereras. Ante la irrupción del orbe
tecnificado, la propia selva, como entorno, entra en crisis. Desciende la caza,
se rompen los equilibrios naturales y el Dios Eyengui calla. Ya no se comunica
con los pigmeos a través de sueños y visiones como era costumbre.
Eyengui es el gran espíritu, el espíritu supremo, el
Misterio de la vida que todo lo acoge, la selva entendida como trama integrada
dotada de sentido. Es algo más que el bosque o la jungla con sus animales y sus
plantas. Lo es todo; con su sentido, sus equilibrios y sus escenarios de
conflicto; todo, con sus plenitudes y sus crisis, con su belleza y su
decadencia, con sus auges y sus modos de degradación. Lo es absolutamente todo,
integradamente, sin escisión alguna. Eyengui es la selva en su totalidad, el
cosmos como tal…
En el hogar de los señores de la selva, teniendo a Eyengui a la vista, todo se revela otro y diferente, y así quedan a la vista sus secretos. En palabras de los pigmeos que acceden a esa visión “allí todo es diferente”… A ese arte definitivo, intimando con el espíritu de Eyengui, apelaran los pigmeos baka para superar sus problemas más importantes. Eyengui es la selva pero la selva para un pigmeo, siendo selva, nos introduce en una reflexión metafísica y ontológica en toda regla. La selva es el cosmos, es la totalidad de lo real... Sus lindes serán los lindes de la realidad; más allá solo será la nada
En el hogar de los señores de la selva, teniendo a Eyengui a la vista, todo se revela otro y diferente, y así quedan a la vista sus secretos. En palabras de los pigmeos que acceden a esa visión “allí todo es diferente”… A ese arte definitivo, intimando con el espíritu de Eyengui, apelaran los pigmeos baka para superar sus problemas más importantes. Eyengui es la selva pero la selva para un pigmeo, siendo selva, nos introduce en una reflexión metafísica y ontológica en toda regla. La selva es el cosmos, es la totalidad de lo real... Sus lindes serán los lindes de la realidad; más allá solo será la nada
Como apuntaba la película es casi un documental en el
que los protagonistas son los mismos pigmeos que padecieron la odisea que se
nos narra. Esta se convierte ante nuestros ojos en un cuento ya que es contada
desde la mirada propia de esta tribu y desde su sensibilidad comunitaria y espiritual.
Así, lo acontecido se transforma en una historia de Eyengui y en figura del
alma. Finalmente, como ya apunté, la fábula ejemplar es transmitida oralmente a
los niños con fines educativos y pedagógicos -y a la tribu entera- de tal
suerte que queda asimilada al bagaje mítico de la tribu. Poco sentido tiene hablar
de historicidad o de tiempo lineal en una mentalidad de este género; lo que se
procura es que lo narrativo sirva a las posibilidades de lo humano -de los hombres
concretos- en su capacidad de vida. Por eso los mitos tendrán siempre diversas
variantes las cuales expresaran niveles de comprensión y visión bien diversos y
tipologías humanas diferentes. Repetición y diferencia; el tiempo como llegar a
ser, la verdad como visión significativa, una mirada que discierne.
Para poder contarnos y transmitirnos algo tan singular
la tarea de dirección y guión, llevada adelante por Javier Novoa,
necesariamente, ha de ser tan brillante como especial. Brillante por lo difícil
de narrar un cuento que, sin embargo, es casi un documental y especial por
quedar abierta la historia a la mirada y la sensibilidad de los propios
pigmeos. El resultado es tan poderoso y amable como la cultura de esos hombres
pequeños de la selva. Me encanta ver a los pigmeos jugando, transformando lo
cotidiano en un juego, en una fiesta, en un ritual, en una representación, en
un ceremonia que lo eleva, en un tiempo sin historia permanentemente
cualificado por esos escenarios y esos juegos. Allí no hay historia sino rito,
juego y narración ejemplar: tiempo eterno suspendido en el tiempo, llegar a ser,
repetición de la vida, eterno retorno…
(4)
Para nosotros, humanos pasados por tantos milenios de
civilización y de historia, asomarnos a la vida de los pigmeos no puede dejar
de abismarnos. Tan distante, tan íntima, tan sencilla, tan poderosa… No
comparto el tópico, a la sazón moderno, del buen salvaje ni pienso que la vida
de estos pueblos sea un tópico paradisiaco -sencillamente disponen de ciertos
recursos de los que en buena medida nosotros carecemos- pero sí estoy dispuesto
a reconocer los valores de esas culturas ancestrales a las que apreciamos y
valoramos tan poco. Entiendo muy poco la pulsión de tantos contemporáneos de
denostar las culturas que nos son ajenas –especialmente las llamadas primitivas-,
magnificando sus contradicciones, con el fin de engrandecer la propia.
“Eyengui, el Dios del sueño” nos muestra con nitidez
la complejidad metafísica y de unas elaboraciones del imaginario que se nos
ofrecen vertebradas desde un magnífico ejemplo de pensamiento narrativo y
mítico. El henoteísmo(3) que muestran los pigmeos
es evidente y es que, como determinados teóricos de la filosofía de las
religiones y estudiosos de religiones comparadas nos indican, la distinción
entre monoteísmo y politeísmo acaso dé muy poco de sí. La cuestión de la Unidad
está en el sentido y en la fibra más intima de muchos panteones supuestamente
politeístas e incluso animistas. De hecho, entre los pigmeos baka, el origen y
el sentido armónico y unitario de la multiplicidad de los espíritus constituye
la referencia espiritual de privilegio. Junto a este plano de Unidad, centrado
en Eyengui, el animismo en tanto indicación del plano de la Multiplicidad es la
otra gran referencia de su sistema de ideas y creencias. Todo está animado,
todo tiene su espíritu, su daymon, su
actividad y su finalidad. Habrá que saber lidiar con todo ello ya que si bien
todo tiene su origen en Eyengui no todo le conviene al hombre en tanto particularidad
y forma concreta; esto es, habrá lo que le nutra y convenga y lo que le
perjudique y ponga en peligro.
Desde este plano de la multiplicidad la selva deja de
ser selva –deja de ser Eyengui- y es jungla; un complejo universo en el que los
peligros acechan pero también todo género de bendiciones que nutren el cuerpo y
el alma. Bendiciones y descalabros quedan remitidos a la interactuación entre
cada hombre y ese universo en el que todo está animado. La sabiduría se
remitirá pues a un saber vivir y saber desenvolverse en un mundo complejo pero
que se acoge a esa sustancia común indicada por Eyengui. La jungla, como
bosque, será pues hogar feliz, despensa nutricional y medicinal pero también
ámbito de peligros con los que habrá que lidiar. Bendiciones y riesgos quedaran
remitidas a ese universo de espíritus y potencias anímicas a través de las
cuales el pigmeo entiende el mundo.
(5)
Del mismo modo que Eyengui expresa un mundo unitario y
no dual la jungla es el reino de la dualidad, del bien y del mal. Para indicar
el mal y la posibilidad del daño los pigmeos se referirán a los llamados
espíritus de las tinieblas. Análogamente también se referirán a los espíritus
protectores, que sanan y enseñan cómo vivir. Para el pigmeo baka los malos
espíritus necesitan comer carne de hombre, son predadores de hombres y se
nutren de ellos. La ingesta de carne expresaría, básicamente, la asimilación de
la vitalidad anímica del hombre por parte de estos malos espíritus. Esta
asimilación enajenaría el llegar a ser en plenitud del hombre, haciendo
peligrar su salud y equilibrio. Los malos espíritus, como vemos, se complacerían
en degradar y enajenar la potencia vital del hombre; hasta el extremo, incluso,
de su muerte física.
El brujo sería un hombre que se pone al servicio de
estos malos espíritus con el fin de obtener alguna ganancia. Aunque, en
realidad, se limitaría a estar poseído por tales espíritus ya que termina por
reproducir ese carácter de predador de hombres, dispuesto a nutrirse con su
espíritu y, llegado el caso, con su carne –para asimilar ese vigor espiritual- escenificando
modos de canibalismo ritual. Reveladoramente, en la película, los brujos negros
que acechan a los pigmeos serán, finalmente, un grupo de trabajadores de una compañía maderera, completamente amacarrados, desarraigados, alienados,
degradados al extremo y dispuestos a todo tipo de rituales delirantes con el
fin de intentar salir de su miserable condición de cloaca última del
capitalismo y de eslabón final en una larga cadena de dominación
tecno-económica. Para poder oponerse a ellos y a la degradación del bosque y de
la fauna, los pigmeos, apelaran a la visión de Eyengui.
Junto a estos espíritus de las tinieblas, en el
bosque, habrá también espíritus afines al hombre que a su encuentro le nutren y
le transmiten los remedios a las enfermedades. El enkankan será el hombre-medicina
u hombre conocedor de los remedios -el chamán-. Curará recurriendo a
conocimiento botánicos y a prácticas rituales en las que, sirviéndose de salmodias
y cantos, invocará a los espíritus protectores. En estas prácticas rituales el espíritu será
quien cure a través del canto, de su simbólica y de las manos del
hombre-medicina. De entre esas plantas con capacidad de sanar habrá una,
el embondo -iboga-, que permitirá al hombre acceder al reino
de los antepasados, de los grandes espíritus de la selva y de la intimidad con
el Gran Espíritu. En esa intimidad quedarán reveladas las tramas ocultas de las
cosas y así podrán ser resueltos los desafíos más grandes. El uso de la iboga,
un brevaje visionario, quedará remitido a un preciso entorno ritual y a un
determinado saber hacer que abrirá a determinadas influencias y promoverá
viáticos singulares en el trance extático.
El uso de la iboga, efectivamente, acontecerá en un
escenario formalizado y reglado. Quienes la ingieren son cuidados y atendidos
por los otros asistentes al ritual. A esto se le da una enorme importancia ya
que los pigmeos consideran que quien ingiere la iboga se encuentra en un enorme
estado de exposición ya que esta planta visionaria “les abre la cabeza”. Como
parte de esa forma ritual la ingesta se realizará en un lugar concreto,
el kamambako, un lugar sagrado –una especie de sancta sanctorum- en el que los pigmeos guardan las armas y los enseres
de los antepasados. Tal ingesta responderá al preciso protocolo que exige una
cuidada experiencia extática con sus danzas, sus cantos y sus invocaciones. En
palabras de los pigmeos baka una experiencia “para ver lejos” amparada en una
determinada trama simbólica y forma ritual.
En fin, estamos ante una excelente película para
adentrarnos por esos rastros y veredas que nos muestran los distantes universos
chamánicos. Aquí les dejo el enlace de la pleícula.
(1) Physis,
en griego clásico naturaleza. El significado griego incorpora tanto la
creatividad de la misma como su autoregulación. El complemento de tal idea es
la de arje, que sería la instancia rectora o determinante del proceso creativo
de la Physis.
(2) La paideia alude a la trama de saberes
humanísticos -poesía, filosofía, literatura, etc- y cultos mistéricos de los
que dependía la educación y la formación integral en la cultura clásica.
(3) Con la expresión henoteismo se
indica el carácter que muestra un panteón de creencias al indicarse una
referencia de Unidad subyacente a cualquier diferencia. Con tal expresión se
quiere indicar el carácter unitario y la atención a la Unidad de todo lo real. Esta
perspectiva unitaria, más o menos discreta, se aprecia en muchos sistemas de
creencias aunque tengan una formulación politeista o, incluso animista. El
término henoteismo ha sido acuñado, precisamente, para salir del carácter
simplificador de la distinción, puramente apologética, entre monoteismo y
politeismo
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