El hombre básicamente imagina. Imagina en sus cimientos y en
su urdimbre más elemental. Como ese
homínido que guardó una piedra, más o menos plana, para poner los alimentos
encima y comer aseadamente y con comodidad. ¡Sea!. Así lo imaginó su inventiva
y así se va componiendo el mundo humano; imaginando y ensayando nuestro
imaginar. La imaginación se imagina un útil como útil permanente y, a partir de
ahí, ese útil pasa a ser nombrado; ¡escudilla!, ¡plato!. El hombre ensancha su
mundo. Imaginando y nombrando nos hacemos humanos y reconocemos el mundo que
habitamos. Por eso además de cuerpo somos relato.
Los nombres hacen culminar el mundo humano, humanizan nuestra
circunstancia y el medio que nos acoge. Un mundo imaginado y nombrado, de una
enorme potencia, ve así la luz. Todo empezó por poner nombres a las cosas. El
nombre, la potencia del imaginario, la creación de sentido, el hombre ordenando
el caos, lo nombrado expresando el alma del hombre, el mundo deviniendo relato. En ese relato encontrará el hombre su figura y su llegar a ser. Todo para el hombre es
símbolo de su propia vida. En el nombre el mundo entero queda a disposición del
hacer y del conocer del hombre. El mundo humano como horizonte de sentido y como potencia
desatada destinada a someter resistencias. El escenario parece quedar humanamente tendido; a la disposición del hombre. En la mentalidad técnica todo está por
llegar a ser. Progreso incesante. Lo que no se nombra no existe.
Imaginatio dei.
Casa del ser. Transcendencia. La vida del alma también es nombrada y a la vista queda. ¿Puede
el hombre ser simple espejo de la vida?, ¿puede acoger más allá de su mirada propia?. La vida del alma insinúa un paraíso bello y recio. Un horizonte de
sentido imprevisto que desborda lo humano demasiado humano. Un claro en el bosque que acoge. Una desnudez íntima que
alcanza el silencio. Un silencio en el que todo se muestra pleno. Un corazón
simple que se abre a la simple presencia de las cosas que son. Esa presencia
todo lo trastoca... Una clave de misterio irrumpe sin brindarse. Una forja nueva que transfigura toda figura. Ni el hombre es lo que era ni las cosas lo que parecieron ser. El Misterio anima pero no comparece. La
ausencia revela y muestra. Desde esa ausencia resuena una palabra que indica y canta el ser de la vida. No le pertenece al hombre la palabra pero incendia su carne. Encendido y ebrio de vida divisa la bodega interior.
la percepción, es aquella que no podemos lograr comprender si no es en sueños y cuando estamos despiertos solo podemos llegar a reconocerla cuando ya pasó en el tiempo, solo podemos responder con la reacción de nuestros pensamiento, para creerla y esto según creo ha sido así, creible, y no debería tanto ser como una cosa creída una cosa que vino ha ser una representación del objeto y lugo deciremos que fue esto y fue aquello, parece raro pero no creeriamos ahora la verdad sino que paradojicamente creeriamos lo que no engaña de lo que no es, la primera sustancia y luego a nosotros viene el concepto, lo que es después de que la cosa ya es y no podemos saber que es; la primer sustancia, sin embargo algo será para nosotros, hacer esta comparación entre lo que es y no es una cosa producto de la imaginación pues para este caso no sabríamos aun ni lo que es por ejemplo un animal, lo estaríamos subestimando por su sencillez o su pequeñez, su simpleza, su fealdad, quizá por ser cotidiano, por eso creo importante hacer notar que en ningún caso la cosa es lo que es sino lo que pueda ser por ella misma, como una manzana o una mosca no pueden ser sin embargo una manzana y una mosca porque ellos eran lo que eran desde antes de que yo intentara clasificarlas y designarlas, en esto consiste el predicado de un sujeto a partir de lo general, lo que lo generó y lo genera fue a través del tiempo lo que la sustancias hasta ahora pueden ser y eso es lo que son por sí mismas...
ResponderEliminarMe gusta. Ese Greco con un dragón en la copa..¿que simboliza?
ResponderEliminarquien supiera de ese vino...
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